El último año escolar marca una etapa de alegrías, temores, deseos e incertidumbre para las y los jóvenes de nuestras escuelas secundarias. Enseñar que es un proceso y que se avecinan nuevas experiencias le otorga sentido formativo, y somos las y los adultas/os quienes debemos acompañar, respetar y no subestimar este recorrido.
El primer día de clases de las y los estudiantes que inician el último año de la Escuela Secundaria ha sido identificado como un símbolo de esta etapa, denominándolo “último primer día” (UPD). A su alrededor, comenzaron a instalarse distintas modalidades de festejos que forman parte de un ritual estudiantil característico de las escuelas secundarias de algunos distritos y localidades.
Quisiéramos invitar a reflexionar sobre los escenarios de festejo desde una política de cuidado, constituyéndose en una oportunidad más para seguir enseñando y aprendiendo prácticas democráticas de convivencia, guiados por uno de los propósitos del Nivel Secundario que se vincula con la formación de las y los estudiantes como ciudadanas/os, priorizando el cuidado de sí mismos y de los demás.
Desde un enfoque de derechos, la noción de cuidado implica que todas las y los ciudadanas/os tiene derecho tanto a cuidar como a ser cuidada/o en el marco escolar. Las y los adultas/os somos responsables cuidadoras/es de las y los jóvenes. Dicha mirada de cuidado implica sensibilizar y agudizar los sentidos para captar posibles circunstancias inesperadas con el fin de articular acciones anticipatorias.
Algunas veces, estos nuevos escenarios de festejo podrían generar situaciones de conflicto y corresponde a los equipos de conducción, equipos de orientación escolar, docentes, auxiliares y familias, evidenciar señales y orientar a las y los estudiantes para que también puedan percibirlas sin permanecer al margen de las mismas, y establecer pautas que favorezcan el bienestar de todas y todos dentro de esta experiencia, generando así un pacto de cuidado.