Hoy se cumple el 113 aniversario del nacimiento del primer investigador latinoamericano
– Nació el 6 de septiembre de 1906 en París, Francia. Sus padres viajaron desde Buenos Aires hacia París (su madre en avanzado estado de embarazo) a mediados de 1906 debido a la enfermedad que aquejaba a Federico Leloir (padre) y por la cual debía ser operado en un centro médico francés. El 6 de septiembre, una semana después de la muerte de aquel, nació su hijo póstumo Luis Federico Leloir. Regresó a la Argentina en 1908.
– Sus notas no se destacaban ni por buenas ni por malas durante sus estudios primarios y secundarios. Ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) para doctorarse en dicha profesión. Sus comienzos fueron difíciles, tanto que tuvo que rendir cuatro veces el examen de anatomía, pero en 1932 consiguió diplomarse.
– En 1933 conoció a Bernardo A. Houssay, quien dirigió su tesis doctoral acerca de las glándulas suprarrenales y el metabolismo de los hidratos de carbono. El encuentro fue casual, ya que Luis Leloir vivía a solo media cuadra de su prima, la famosa escritora y editora Victoria Ocampo, quien era cuñada del gastroenterólog
– Descubrió que su formación en ciencias tales como física, matemática, química y biología era escasa, por lo que comenzó a asistir a clases de dichas especialidades en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires como alumno oyente. En 1936 viajó hacia Inglaterra para dar comienzo a sus estudios avanzados en la Universidad de Cambridge.
– En 1943 Houssay, que nunca se mezclaba en política, había firmado una carta, aparentemente inocente, que apareció en los periódicos con la firma de muchas de las personas importantes del país. La carta pedía “normalización constitucional,
– En 1945 regresó al país para trabajar en el Instituto dirigido por Bernardo A. Houssay, precedente del Instituto de Investigaciones
– En unos 20 años de trabajo, su equipo de investigadores descubrió, entre otras cosas, por qué el riñón impulsa la hipertensión arterial cuando está enfermo, entendió el proceso de almacenamiento de los carbohidratos y de su transformación en energía de reserva y estudió el proceso interno por el cual el hígado recibe glucosa y produce glucógeno.
– Leloir obtuvo otras importantes distinciones, como el premio de la Fundación Bunge y Born, en 1965; el de la Cairdner Foundation de Canadá, en 1966, o el Louisa Gross Horowitz, de Nueva York, en 1966. Desde 1947 hasta 1982 ejerció la docencia en institutos públicos y privados, sin abandonar su cargo como director del Instituto de Investigaciones Bioquímicas.
– En 1970 recibió el Premio Nobel de Química. La noche que fue anunciado este reconocimiento dijo: «Es sólo un paso de una larga investigación. Descubrí (no yo: mi equipo) la función de los nucleótidos azúcares en el metabolismo celular. Yo quisiera que lo entendieran, pero no es fácil explicarlo. Tampoco es una hazaña: es apenas saber un poco más.»
– Posteriormente su equipo se dedicó al estudio de las glicoproteínas –moléculas de reconocimiento en las células– y determinó la causa de la galactosemia, una grave enfermedad manifestada en la intolerancia a la leche. Las transformacione
Asimismo, participó del Directorio del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina (CONICET) y fue miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires.
– Luis Federico Leloir murió en Buenos Aires el 2 de diciembre de 1987 a los 81 años, tras un ataque al corazón poco después de llegar del laboratorio a su casa.
– Los 80 mil dólares con los que la Fundación Nobel lo premió por su distinción en ciencias químicas, fueron donados íntegramente al Instituto Campomar para continuar su labor de investigación; de hecho Luis Leloir, en sus 40 años de trabajo allí, jamás cobró sueldo, e instó a sus compañeros de trabajo a almorzar en el laboratorio las viandas que llevaban desde sus hogares. Fue tan cuidadoso con el dinero invertido en investigación y con el gastado para otros fines, que usó un banco al que le faltaba el soporte metálico durante 20 años, atado con hilos por él mismo.