Nació en Capriasca, Suiza el 29 de mayo de 1892. Considerada la gran poetisa y escritora del Modernismo argentino, ya que pasó a ocupar un lugar destacado dentro del panorama literario hispanoamericano por la fuerte afirmación de la mirada femenina sobre el mundo, presente en sus versos. Junto a la chilena Gabriela Mistral y la uruguaya Juana de Ibarbourou, contemporáneas suyas, conformó la primera avanzada en la lucha de las mujeres por ocupar lugares de reconocimiento en los espacios de la Literatura de América.
Alfonsina era hija de Alfonso Storni y Paulina Martignoni, era la tercera de los hijos de la pareja, sus hermanos Romeo y María nacieron en 1887 y 1888 respectivamente. Cuando tenía cuatro años, la familia decidió retornar a San Juan, Argentina y unos años más tarde, a sus siete años, nació su hermano Hildo.
Desde su llegada a San Juan, la familia experimentó una precaria situación económica, motivo por el cual se trasladaron a Rosario en 1901 y decidieron probar suerte con un Café Suizo en el que Alfonsina limpiaba y atendía a los clientes.
Así, a los 12 años Alfonsina escribió su primer poema, un poema triste y centrado en el tema de la muerte, el cual dejó bajo la almohada de su madre para que ésta lo leyera. A la mañana siguiente, acompañada de numerosos coscorrones, su madre le explicó que la vida es dulce.
Alfonsina por su parte, se trasladó a Coronda para estudiar en el Magisterio, trabajando a su vez como celadora en la escuela. Pero pronto se da cuenta de que el dinero que le queda tras pagar la pensión no le da para vivir y, por tanto, toma la decisión de hacer escapadas a Rosario para cantar en un teatrillo como corista. Se entera entonces su familia en Coronda de su trabajo como cantante, y de inmediato Alfonsina piensa en quitarse la vida tirándose y ahogándose en el agua. Sin embargo, desistió de tal idea, y al año siguiente, en 1910, obtuvo el título de maestra y ejerció ese mismo otoño en una escuela de Rosario.
Publicó entonces sus primeros versos en las revistas: Mundo rosariano, Monos y Monadas a la vez que tuvo su primer desengaño amoroso con un hombre que era mayor y casado, que terminó por dejarla en embarazo.
Ante la vergüenza que le generó el hecho, Alfonsina decidió irse a refugiar a Buenos Aires y a sus veinte años, dio a luz a Alejandro el 21 de abril de 1912.
Tiempo después, trabajó como cajera en una tienda y colaboró en Caras y Caretas, trabajando allí como corresponsal psicológica. En dicha oficina, dictó su primer libro de versos “La inquietud del rosal”, el cual enseñó al poeta Felix B. Visillac que, fascinado por él, consigue que sea publicado.
Entonces la revista “Nosotros” elogió el poemario y desde aquel momento, Alfonsina Storni entró oficialmente en el círculo literario de la revista, haciéndose conocida y admirada, pero sus problemas económicos no disminuían.
Posteriormente, fue nombrada directora de un colegio y mientras trabajó en este redactó su segundo libro: “El dulce daño”.
En marzo de 1918, debido a una crisis nerviosa, se ve obligada a abandonar el puesto de directora y retorna entonces a los círculos literarios, publicando su segundo poemario y colaborando en “Atlántida” mientras vuelve a trabajar como celadora en otro colegio. Así en 1919 publica “Irremediablemente” y es ensalzada por la crítica.
Un año después, la Universidad de Montevideo la invita a dar unas conferencias. Ese mismo año, publicó “Languidez” y le crearon una Catedra en el Teatro Infantil Lavardén, donde comenzó a trabajar enseñando a los niños. Goza entonces de la fama que iba en aumento, hecho que, en vez de ser beneficioso, hace aflorar su comportamiento neurótico, motivo por el que decide retirarse a Los Cocos como haría otras repetidas veces en su vida.
Durante los años treinta, realizó dos viajes a Europa con su amiga Blanca de la Vega, viajes propiciados por la necesidad de buscar olvidar sus problemas mentales. Pero tras su regreso del último viaje le descubrieron un tumor en un seno, el cual extraen con éxito, pero debe continuar con una terapia de rayos que resulta tan dolorosa que decide dejarla.
El 25 de octubre de 1938, hallaron su cuerpo en la playa de La Perla, ubicada en Mar del Plata; había logrado aquel cometido que antes se había propuesto, se dejó abrazar por el agua, por el ancho y profundo mar que cedió a su amor llevándola con él más allá de su mortal existencia. Al día siguiente, es publicado su último poema: “Quiero dormir”, en La Nación.
Actualmente sus restos se encuentran enterrados en el Cementerio de la Chacarita.
Soy un alma desnuda en estos versos,
alma desnuda que angustiada y sola
va dejando sus pétalos dispersos.(Alfonsina Storni)
La renombrada poeta feminista latinoamericana, post-moderna, fue recordada en un Doodle junto a una alusión a su poema La loba, incluido en su primer libro La inquietud del rosal (1916)
El poema de Storni La Loba relató su experiencia de criar a un hijo como madre soltera mientras desafió las normas patriarcales del tiempo:
«Yo soy como la loba
Quebré con el rebaño
Y me fui a la montaña
Fatigada del llano.
Con su cuello en un yugo;
¡Mantengo mi orgullosa cabeza en alto!
Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley,
Que no pude ser como las otras, casta de buey
Con yugo al cuello; ¡libre se eleve mi cabeza!
Yo quiero con mis manos apartar la maleza».