Biografía:
Nació el 29 de octubre de 1918 en Rosario (Santa Fe). Amadeo Sabattini, su padre, estuvo vinculado desde siempre con el radicalismo: ocupó varios cargos en la gestión pública, como el de Gobernador de la provincia de Córdoba. Los hijos de Sabattini se educaron en la misma provincia, como Rosa Clotilde que, realizó sus estudios de maestra normal en la Escuela Normal Alejandro Carbó de la ciudad de Córdoba.
A los 16 años conoció a un escritor radical, Raúl Barón Biza, de quien se enamoró, pero su relación no recibió la aprobación de su familia. Se fueron a Uruguay, donde se casaron. Pasados unos años, la familia de Sabattini aceptó la unión y regresaron a Argentina. De su matrimonio nacieron tres hijos: Carlos, Jorge y María Cristina. Jorge se dedicó a la escritura: en El desierto y su semilla narra una parte de la historia de su malograda familia, donde toma la figura de su madre para convertirla en protagonista de su obra, señalando el grado de brutalidad que su padre ejerció sobre ella.
En Buenos Aires Rosa Clotilde ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras, donde obtuvo el título de Profesora de Historia. Luego ganó una beca de perfeccionamiento en Suiza: profundizó sus saberes en torno de la pedagogía y realizó observaciones sobre los métodos educativos europeos. Participó en la creación del Liceo de estudios secundarios de La Plata, donde dictó cursos de Historia y Literatura.
En paralelo a sus actividades pedagógicas, continuó su acción política dentro del radicalismo, destacándose como defensora de los derechos de las mujeres. Organizó y participó del Comité Universitario Radical. Desde allí activó leyes con perspectiva de género, como el derecho a participar en las decisiones internas de los partidos políticos.
En 1949 fue parte del Primer Congreso Nacional Femenino, representando a su provincia, Córdoba. Su defensa hacia el radicalismo le trajo aparejado persecuciones, exiliarse en Suiza, estuvo presa en la Cárcel de Mujeres Asilo San Miguel y en 1951 nuevamente se exilia en Montevideo. Paradójicamente obtuvo reconocimiento público y algunos la apodaban “La Barón Biza”.
En 1956 intervino en la Convención Nacional de la UCR (Unión Cívica Radical): impulsó la presencia activa y el desarrollo de las mujeres a nivel partidario e hizo que esa fuerza se propagase por la sociedad a través de congresos, comisiones y acciones. Al poco tiempo en la UCR se produjo un quiebre interno y surgió una nueva línea política, la UCRI (Unión Cívica Radical Intransigente), liderada por Arturo Frondizi. Rosa Clotilde adhirió a esta fracción y pasó por la Cámara de Diputados de la Nación con otro grupo de mujeres.
Ya como presidente de la Nación, Arturo Frondizi la convocó para presidir el Consejo Nacional de Educación (CNE), lo que efectivizó entre 1958 y 1962. Ejerció una carrera brillante en ese organismo, logrando sancionar bajo su gestión el Estatuto del Docente (1959). Allí señaló: “Para el docente, que tiene la seguridad plena que SU capacidad depende de sus aptitudes y posibilidades, habiéndose desterrado las injusticias, que creaban las situaciones de privilegio.”
Redactó el «Calendario escolar para el año 1960», entre otras. Aunque otra de las preocupaciones de su gestión fue la educación rural, como lo vemos reflejado en su discurso de apertura del año educativo de 1960: “El problema de la Escuela Rural es observado también desde distintos ángulos: preocupación de maestros por esas escuelas, edificios escolares, vinculación del maestro, etc. Este año, dentro del programa que realizará el Consejo con motivo del sesquicentenario de la Revolución de Mayo, figuran Jornadas Pedagógicas, que tienen por tema la Escuela Rural. (…) A todos preocupan nuestros problemas, pero en particular a quien en estos últimos momentos recuerda y desea a nuestros hijos una feliz tarea, coronada por el éxito de su promoción, que será el de su fortaleza espiritual, el de su riqueza intelectual y pureza moral. Desde hoy se inicia una nueva etapa, acompañada por el mejor guía: su maestro.”
Durante su gestión se retomó la publicación periódica de El Monitor de la Educación Común, que regresó como vehículo de comunicación entre los docentes y la burocracia estatal: “Nos interesa la crítica, elogiosa o no, de cada número de nuestra revista porque deseamos que el Monitor de la Educación Común sea eso: ‘nuestra revista’, es decir, el trasunto de lo que el maestro piensa, de lo que es y de lo que ansía llegar a ser, no solo en su función técnica de enseñar sino en su vocación permanente de aprender y hacer.”
Una vez retirada de su cargo en el CNE, continuó participando a nivel internacional en distintos encuentros de educadores y congresos relacionados con los derechos de la mujer hasta 1964. Ese año un hecho desafortunado marcó su vida para siempre. En plena gestión de su divorcio, coordinó un encuentro con su ex marido para ultimar detalles legales de la tramitación. Luego de la reunión, Barón Biza la invitó a tomar un whisky, a lo que Rosa Clotilde accedió amablemente. Pero en forma intempestiva él le arrojó un vaso lleno de ácido sulfúrico en la cara, lo que la desfiguró. Aunque recurrió durante años a la consulta de especialistas nacionales y europeos, no pudieron reconstituir su piel. Al dolor físico se sumó el psicológico y nunca volvió a ser la misma. En 1978, a los 59 años, desde el mismo departamento de la calle Esmeralda donde había sufrido el ataque con ácido, se tiró por una ventana acabando abruptamente con su trágica vida.
Rosa Clotilde Sabattini fue una mujer marcada por la presencia de dos hombres, su padre y su marido, que la hostigaron de distintas maneras. Nadie como ella sufrió en forma tan lacerante la violencia patriarcal. Sin embargo, nunca renunció a la lucha de los derechos de la mujer. Los lugares que ocupó en la gestión pública le permitieron batallar en pos de nuevos espacios para las mujeres, en paralelo al rol preponderante que tuvo para la educación.
Falleció el 25 de octubre de 1978 en Buenos Aires, poniendo fin a su vida al arrojarse al vacío desde el piso 13 del mismo del mismo departamento en donde fue atacada por su marido por última vez.