Una de las problemáticas que está generando cada vez más preocupación entre las familias y las escuelas es el crecimiento de las apuestas online entre adolescentes y jóvenes. Según datos de una encuesta realizada por Ibope a más de 10 mil personas, el 8,29% respondió que ha realizado apuestas online; pero lo que llama la atención es que ese porcentaje se eleva al 12,5% en la franja etaria que va desde 16 a los 24 años, y al 15,5% en la de 25 y 34 años. En un mundo cada vez más atravesado por el acceso a servicios digitales, ¿es posible prevenir adicciones al juego desde el diseño de proyectos educativos?
La ludopatía infantil requiere de un abordaje integral y, como sociedad, es clave combatirlo con todas las herramientas a nuestro alcance, ya sea en nuestras casas, en las escuelas, pero sobre todo desde la política, pero no sólo educativa. Es fundamental que sea desde una mirada amplia que entienda los riesgos de promover el juego puede generar adicción no sólo entre los más chicos sino también entre los adultos.
“Los problemas sociales atraviesan las distintas disciplinas y también la segmentación que se propone desde el Estado con sus ministerios: educación, salud, producción, hacienda, por citar algunos. Pero la salud mental es una problemática grave que se profundizó después de la pandemia y que también requiere que las familias, los adultos en general, cuenten con herramientas precisas y acordes para acompañar a los más chicos a la hora de pensar en sus prácticas vinculadas al uso de la tecnología”, afirmó Natalia Jasin, Directora General de Bounty EdTech, una compañía dedicada al diseño de proyectos multisectoriales para mejorar la educación con el uso de tecnología.
Según Chequeado, hay 17 provincias que ya cuentan con legislación local que permite el juego online, entre las que se encuentras las apuestas deportivas: la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Pampa, Mendoza, Misiones, Neuquén, Río Negro, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe y Tucumán. No obstante, hoy el 80% de los sitios de apuestas en Argentina son ilegales, esto elimina las barreras para que los menores puedan registrarse. Muy distinto es lo que sucede en los portales legales, dado que cuentan con controles más estrictos para evitar el ingreso, registro y operaciones de menores de edad.
En la actualidad, también asistimos a un escenario en el que hay cada vez más exposición publicitaria. Sin ir más lejos, el 41% de las apuestas digitales está vinculada al fútbol, un deporte en el que el 28% de los clubes de la máxima categoría del fútbol argentino (8 de los 28 equipos) posee en sus camisetas sponsors de alguna casa o plataforma de apuestas online.
¿Por qué crece la ludopatía en los jóvenes?
Según Lucía Fainboim, directora de la organización Bienestar Digital, estamos frente a la consecuencia de años de niños usando plataformas digitales en forma excesiva y sin acompañamiento adulto. “A corta edad ingresan a aplicaciones que no son diseñadas para las infancias y generan acostumbramiento a la monetización constante y a la recompensa inmediata. Esto produce un caldo de cultivo para lo que luego será el uso irrestricto de apuestas y casinos virtuales”, subraya.
La especialista afirma que las plataformas de juego de azar virtual tienen diversas características que fomentan un uso problemático: están basadas en sistemas de recompensas, brindan créditos para las primeras apuestas, despliegan una arquitectura de publicidad invasiva y muy persuasiva, no requieren traslado para apostar y se lo puede hacer en cualquier momento del día a partir de un celular.
“Lo que observamos es que al ingresar no logran desarrollar filtros inhibitorios lo cual es esperable en la adolescencia. Entonces comienzan a apostar y en muchos casos desarrollan un pensamiento constante sobre la próxima apuesta, la revancha, la siguiente estrategia o jugada, poniendo en riesgo sus vínculos, su desarrollo académico y su estabilidad emocional. Ante la pérdida, en lugar de dejar de apostar o jugar o pedir ayuda, generan diversas ideas de revancha y esto nos lleva a que no frenen hasta no perder mucho dinero, robarle a su familia o ponerse ellos mismos en riesgo por la toma de deuda con personas que luego los amenazan”, describe Fainboim.
Más educación, ¿más tecnología?
En las últimas dos décadas, Argentina ha promovido una serie de políticas para incentivar la incorporación de tecnologías digitales en los diferentes niveles educativos. El objetivo es promover el desarrollo de habilidades que permitan potenciar más y mejores oportunidades para los estudiantes, pero también han generado una exposición mayor a los riesgos que tiene el acceso a internet.
“Cuando diseñamos proyectos educativos con tecnología es fundamental que involucremos a las familias. No sólo debemos pensar en cómo las iniciativas son recibidas y sostenidas en la escuela, sino también en toda la comunidad. Pero tampoco alcanza si ese proyecto no dialoga con la propia cultura escolar u organizacional y con contexto socio-productivo local (zonas rurales, apartadas, semi-urbanas o con población de refugiados, por ejemplo). Resulta crucial entonces convocar a las organizaciones vinculadas con el entorno de esa institución para salir de las “paredes del aula” e involucrarse con el entorno directo”, asegura Jasin.
Son múltiples y muy diversas las organizaciones que pueden colaborar en el abordaje de problemáticas vinculadas a las adicciones y a la salud mental en general. “Desde los Estados que permiten que una política escale, las ONG que nos permiten llegar al territorio, desde los organismos multilaterales para que den el contexto mundial, desde las escuelas para el acompañamiento de las familias y la comunidad. Hay que contar con un abordaje transdisciplinar y multiactoral”, destacó Jasin.
Por ejemplo, son las docentes las que comenzaron a notar cambios de humor repentinos en sus alumnos. Desde golpes en el pupitre o estallidos de furia, que al indagar se confirmaba que eran producto de haber perdido una suma de dinero importante en un sitio ilegal.
En este sentido, el rol docente es clave para el acompañamiento. Para Fainboim un aspecto importante es diseñar procesos de alfabetización digital para que los docentes construyan miradas críticas sobre las plataformas. “¿Cómo funcionan? ¿Por qué me generan dependencia? ¿Qué influencers sigo y cuánto me representan? Una propuesta que invite a “desarmar» las plataformas para entenderlas y generar debates sobre qué decisiones podemos tomar si buscamos bienestar digital. En este camino, es fundamental generar espacios de escucha, debate y reflexión sobre cómo usamos y usan las plataformas digitales los chicos ya que no suelen contar con espacios tranquilos y reflexivos para pensar y tomar decisiones al respecto”, agregó.
Por su parte, Jasin afirma que es fundamental abordar los temas como son el cuidado y la salud mental desde la formación docente. “Lo crucial está en darle herramientas concretas, accesibles, posibles de implementar a corto plazo a los adultos que intermedian en los procesos de enseñanza y aprendizaje para que puedan trabajar con los chicos. Necesitamos que docentes, directivos, supervisores también las tengan para poder trabajar y abordar estos temas desde adentro de las instituciones educativas ya sean formales, no formales e informales”, destacó.
¿Prohibir es el camino?
Desde fines de 2023, se han presentado diferentes proyectos en el Congreso Nacional para prevenir la ludopatía online en el ámbito educativo. Esas propuestas aún esperan ser debatidas en el Poder Legislativo, pero mientras tanto algunas jurisdicciones han empezado a tomar medidas. Por ejemplo, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decidió bloquear la dirección IP de los sitios de apuestas para que no se pueda acceder a éstos desde las redes de internet de las escuelas de gestión estatal. Si bien esto no impide que los adolescentes y jóvenes accedan a las plataformas, busca desincentivar el uso en los espacios escolares.
Según la encuesta de Ibope, alrededor del 60% aseguró estar de acuerdo con que el Estado prohíba las publicidades referidas a apuestas online. En este sentido, Fainboim señala que, en términos generales, la prohibición no suele ser el camino para modificar prácticas, sin embargo, a la hora de pensar en juego de azar en adolescentes, la respuesta merece otra firmeza. “La prohibición puede ser necesaria, pero sin lugar a dudas no suficiente”. afirmó.
“Los chicos menores de 18 no deben ingresar a casinos ni físicos ni virtuales, y las razones son las mismas: su desarrollo no les permite generar los frenos inhibitorios suficientes para limitar su uso. Internet es un territorio más de nuestra vida cotidiana. Sin dudas, que tiene sus particularidades, pero es indispensable que prime el sentido común adulto también allí. Recordemos que en la adolescencia la tendencia a la impulsividad es mayor que en la adultez y si a esto le sumamos la cultura de la inmediatez, la monetización de toda experiencia, la posibilidad de acceso 24/7 y el uso solitario de dispositivos, el resultado es explosivo”, explicó.
En muchos casos, tanto en clubes o en escuelas, se incentiva que los chicos tengan grupos de chat o de intercambio con sus tutores o docentes, no obstante, no todas las familias comparten los criterios de cuándo sus hijos pueden acceder a un teléfono. En algunos casos le brindan un teléfono a muy temprana edad y en otros esperan hasta pasada la adolescencia.
“En muchos casos el no participar de estos espacios de intercambio digital, hace que los chicos no se sientan parte de algo, que se quedan afuera. Pero el problema es que es la institución la que termina generando un escenario en el que se instiga a quienes no tienen un celular o no realizan ciertas prácticas. Y de alguna manera muchas veces son éstas las que promueven el uso aduciendo que necesitan “hablar su mismo idioma”. Quedarse afuera es la sensación que los chicos sienten por no pertenecer. Con las apuestas también empieza a pasar algo similar”, afirmó Jasin.
“La cultura de la apuesta llegó para quedarse y necesitamos educar, cuidar, sembrar miradas críticas sobre su arquitectura y funcionamiento y propiciar lógicas y prácticas que contrarresten lo que impulsan estas plataformas: más tranquilidad, concentración, convivencia, escucha, toma de decisiones y empatía. Y sin dudas, generar protocolos institucionales de detección temprana y derivación ante posibles casos de ludopatía”, concluyó Fainboim.