«La maestra que quiso ser doctora»
Biografía:
Nació en Buenos Aires el 22 de noviembre de 1859. Cecilia era hija de Jane Duffy (irlandesa) y de John Parish Robertson Grierson. Nieta de William Grierson, un colono escocés que había llegado a la Argentina en 1825 durante la presidencia de Rivadavia, para asentarse en «Santa Catalina», Monte Grande (partido de Esteban Echeverría, provincia de Buenos Aires) primera y única colonia escocesa en Argentina establecida en el siglo XIX.
El inicio de la colonia escocesa está relacionado con William Grierson, el abuelo de Cecilia, quien tenía una amistad con los Parish Robertson, dos hermanos de nacionalidad escocesa que ya estaban establecidos hace varios años en Argentina y que firmaron un convenio con Bernardino Rivadavia (en ese momento ministro de Gobierno) para organizar la llegada de un grupo de colonos provenientes de Europa.
Era la mayor de seis hermanos. Pasó la mayor parte de su niñez en el campo, primero en Uruguay y más tarde en la estancia paterna de Entre Ríos, donde su familia eran prósperos agricultores. A la edad de 6 años fue enviada a escuelas inglesas y francesas en Buenos Aires, pero tuvo que regresar a casa tras la temprana muerte de su padre. A pesar de su juventud, ayudó a su madre a dirigir una escuela rural, en la que la joven Cecilia trabajaba como profesora. Como aún era menor de edad, el salario docente de Cecilia se lo pagaban a su madre. Tanto en Entre Ríos como en Buenos Aires, colaboraba económicamente con su familia trabajando como institutriz.
A los 13, cuando murió su padre, tuvo que volver a Entre Ríos. Era la mayor de seis hermanos y junto con su madre se puso al frente de los destinos de la estancia y de una pequeña escuela rural que ambas fundaron, donde dio clases con apenas 14 años. Un poco para representar más autoridad, un poco para diferenciarse del alumnado que tenía casi su misma edad, cuentan que se hizo alargar el ruedo de la pollera, así lucía más adulta, aprovechando su casi metro setenta de estatura. Con el tiempo la familia superó la tragedia y Cecilia regresó a Buenos Aires para ingresar a la Escuela Normal Femenina Nro 1.
«Creo que nací para ser maestra. Recuerdo algunas escenas desde los 2 años de edad, donde siempre en mis juegos era una maestra”, escribió en una carta.
Se graduó como profesora a los 19 años, en el año 1878. Enseñó durante algunos años en una escuela de niños, pero luego decidió emprender los estudios de medicina, una elección poco común para una mujer joven en ese momento. Recibió el diploma de manos del expresidente y entonces senador nacional y Director de Escuelas, Domingo F. Sarmiento.
Su camino fue difícil y al principio lleno de obstáculos. A la edad de veintitrés años, Grierson tuvo que justificar por escrito su deseo de convertirse en médico. Con todas las dificultades que tuvo que afrontar, debe verse en términos de las lentas pero importantes reformas y cambios en la ley que dieron a las mujeres un mayor acceso a la educación en Argentina, de hecho, en toda América Latina. de las décadas de 1870 y 1880. Este fue el período de la creación de escuelas y colegios para señoritas, con el objetivo de formar buenas y adecuadas esposas y madres. El plan de estudios era elemental y estaba restringido a lectura y escritura, así como algo de aritmética y lenguaje básicos. Cabe recordar que la educación secundaria para niñas no existió hasta los primeros años del siglo XX. Tal fue el clima en el que Cecilia Grierson y sus contemporáneos tuvieron que moverse. No hay duda de que una mujer decidiera estudiar medicina en 1882 fue totalmente novedoso, rompedor y, cabe añadir, ilegal. Se consideraba inapropiado que una mujer estuviera en contacto con cuerpos humanos, aunque fuera con el noble objetivo de curarlos. Grierson inició sus estudios en un ambiente difícil, lleno de prejuicios e incluso animosidad. Hasta entonces, las mujeres estaban excluidas de la Facultad de Medicina; Como hemos visto, apenas participaban todavía en la educación secundaria formal. Sin embargo, Grierson fue un estudiante excepcional y logró involucrarse en una impresionante variedad de actividades cuando aún era estudiante. Entre los más importantes se encuentran: su servicio no remunerado como asistente del laboratorio universitario: y, en 1885, su práctica en Salud Pública en varios hospitales. Aquí organizó un servicio de ambulancia, introduciendo el uso de campanas de alarma (equivalentes a las sirenas actuales), una innovación en un sistema que hasta entonces había sido exclusivo de los bomberos. En 1886, durante una epidemia de cólera, recibió amplio reconocimiento por su eficiente labor en la atención a los pacientes de la Unidad de Aislamiento (actual Hospital Muñiz).
Fue allí donde empezó a ver la necesidad de profesionalizar al personal médico auxiliar. Esta fue una medida nueva en la Argentina de la época. Introdujo la enseñanza de la enfermería e incorporó las últimas prácticas europeas, especialmente británicas. Fundó la primera Escuela de Enfermería del país, inspirada en los informes de la Tercera Conferencia Internacional de la Cruz Roja sobre formación en primeros auxilios. Las estudiantes de enfermería asistieron a clases sobre cuidado de niños, primeros auxilios y tratamiento de pacientes. Esta iniciativa condujo en 1891 a la creación y reconocimiento oficial de la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino. Posteriormente se convirtió en la Escuela Municipal de Enfermería “Dra. Cecilia Grierson”, que aún hoy lleva su nombre. Continuó como directora hasta 1913. En 1890, la Dra. Grierson también fundó la Escuela de Enfermería del Hospital Británico. Grierson fue un pionero de lo que hoy se conoce como kinesiología. Esto lo puso en práctica en un curso de masaje que impartió en la Facultad de Medicina y luego desarrolló sus ideas en su libro Masaje Práctico. El libro fue ampliamente leído y jugó un papel clave en el desarrollo de la kinesiología moderna en Argentina. Hoy en día dos de los pilares fundamentales de la formación en enfermería en Argentina son la Escuela de Enfermería fundada por Cecilia Grierson y la Escuela fundada por el Ministerio de Salud Pública bajo la dirección de Ramón Carrillo. Grierson era una persona práctica. Lo que aprendió, lo enseñó, lo escribió y luego lo puso en práctica. En 1888 ejercía en el Hospital Rivadavia, hecho aún más revolucionario que el hecho de convertirse en médico. Un año después defendió con éxito su tesis sobre ginecología, fruto de su trabajo en esa área: Histero-ovariotomías efectuadas en el Hospital de Mujeres desde 1883 a 1889. Se convirtió en la primera mujer en Argentina en graduarse en medicina. Pero la Dra. Grierson siguió enfrentándose a dificultades incluso después de graduarse, hasta el punto de descubrir que no podía ejercer legalmente. Sin embargo, sin inmutarse, continuó con sus numerosas actividades, especialmente la docente. Al graduarse ingresó al Hospital San Roque, hoy Hospital Ramos Mejía. En 1892, menos de tres años después de graduarse, creó la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios y publicó un libro sobre la atención a las víctimas de accidentes. Al mismo tiempo ofrecía clases de anatomía en la Academia de Bellas Artes, además de brindar consultas psicológicas y de aprendizaje gratuitas para niños con necesidades especiales. Impulsó la enseñanza de la puericultura y fue pionera en la educación de niños ciegos y sordomudos. Por esta época también terminó sus libros: La educación del ciego, Cuidado del enfermo y Primer Tratado Nacional de Enfermería. En 1901 fundó la Asociación Nacional de Obstetricia, donde adoptó las mejores prácticas de las clínicas obstétricas y ginecológicas de París. Por lo general, acompañó esto con la creación de la Revista Obstétrica, una revista que se propuso ofrecer a las parteras en Argentina un enfoque científico y médico en un campo que tradicionalmente había sido dirigido por mujeres no capacitadas. En 1902 fundó la Sociedad de Economía Doméstica, que luego se convertiría en la Escuela Técnica de Administración del Hogar, la primera de su tipo en el país. En 1907 comenzó a enseñar Ciencias Domésticas en el Liceo de Señoritas de la Capital, el primer curso de su tipo en Argentina. Dos años más tarde viajó a Europa para estudiar temas que preocupaban a las mujeres: educación, economía doméstica, escuelas industriales. Como resultado de lo que observó, el Consejo Nacional de Educación elaboró un plan de estudios para escuelas profesionales. Grierson publicó Educación técnica de la mujer, introduciendo el estudio del cuidado infantil en estas escuelas. Ocupó cargos docentes en la Escuela de Bellas Artes y en el Liceo Nacional de Señoritas donde impartió clases desde sus inicios en 1907. Fue una trabajadora incansable en todo momento, incluso dando clases de gimnasia en el Escuela de Medicina. En 1912 el gobierno argentino la envió a regresar a Europa para estudiar planes de estudio y participar en la Primera Conferencia Internacional de Eugenesia, celebrada en Londres.
La falta de aceptación que enfrentó Cecilia Grierson la llevó a adoptar una postura militante y a agitarse para cambiar las condiciones reales de vida de su sexo. Esta tarea se sumó a su prolífica actividad académica. Pronto ocupó un papel importante en el recién fundado Partido Socialista Argentino y participó en los primeros grupos feministas que surgieron del movimiento internacional de emancipación de las mujeres que se había iniciado en Estados Unidos y Gran Bretaña. La membresía de estos grupos estaba restringida principalmente a graduados universitarios de las clases medias altas. Eran mujeres que habían enfrentado resistencias y obstáculos a cada paso, tanto en el hogar como en la academia, y aún así habían logrado completar sus estudios. La Dra. Grierson, junto con otras mujeres como Petrona Eyle, Julieta Lantieri Renshaw, Alicia Rawson de Dellepiane, Alicia Moreau de Justo, Sara Justo y Raquel Camaña, inició la lucha por reformar la situación civil y política de las mujeres. Hicieron campaña contra la condición jurídica inferior de las mujeres, su exclusión de la actividad cívica y la falta de acceso a la educación. Grierson formó parte de una generación que, como ha señalado Alicia Moreau de Justo, tuvo el coraje de romper el silencio que envolvía estos problemas (derechos civiles y políticos, situación de los hijos, legítimos o no, organización familiar, divorcio, la lucha contra el alcoholismo, la prostitución y el juego) en una época en la que a muchos hombres no les interesaba discutir estos temas en público. Cecilia Grierson fue vicepresidenta de la segunda reunión de la organización sufragista, el Consejo Internacional de Mujeres (ICW), que se celebró en Londres en 1889. Esto la llevó a fundar el Consejo de Mujeres Argentinas (CNM) en septiembre de 1900.
En Julio de 1899 llevo la representación de algunas sociedades femeninas ante el Congreso Internacional de Mujeres en Londres. «en ese acto se me confirió el nombramiento de vicepresidenta honoraria, con el compromiso de fundar en nuestro país, un Consejo Nacional de Mujeres, lo cual hice cumpliendo mi promesa…»
De regreso en la Argentina, en 1901 fundó la Asociación Obstétrica Nacional y la Revista Obstétrica.
En 1907 fue nombrada profesora de ciencias en el Liceo de Señoritas de la Capital, e inauguro en el país el primer curso de ciencias domésticas tratando temas de puericultura y primeros auxilios. Esta actividad fue coronada con la publicación del libro “Cuidado de Enfermos”.
Grierson articuló la postura alternativa en su Decadencia del Consejo Nacional de Mujeres de la República Argentina (1910). Una vez más compaginaba ideas, lucha y escritura. Siempre se sintió obligada a exponer por escrito su análisis de los acontecimientos, tal vez como una forma de rebelarse contra lo que consideraba injusticias.
En 1914, fue homenajeada públicamente con motivo de las bodas de plata de su graduación, homenaje que se repitió en 1916, cuando se retiró de sus funciones docentes cansada y enferma. “…ya la voluntad no puede manejar la máquina, ya se acallan los afanes, solo en los días tibios en que brilla el sol se despierta una llena de proyectos y dispuesta a principiar obras o concluir las empezadas; pero a poco de andar, invade el cansancio, la indiferencia…”
Cecilia tenía ojos azules vivaces, su cara era redonda y sus cabellos eran castaños ensortijados. Ella nunca tuvo hijos pero se ocupó siempre de los niños. Donó una propiedad para construir una escuela (que lleva su nombre) en la localidad de Los Cocos, en las sierras de Córdoba, donde vivió sus últimos años y donde todavía está “El Espinillo”, su casa de vacaciones. Iba entre octubre y abril, y se ocupaba personalmente de que los chicos tuvieran siempre sus útiles y sus elementos de higiene. También fundó una escuela y una casa de descanso para docentes y artistas. En esta casa atesoró su amada biblioteca. El exlibris que consignaba la propiedad de todos esos volúmenes rezaba “Res, non verba” (“Hechos, no palabras”). La consigna de toda su vida.
De su paso por las sierras cordobesas, además de la escuela y de sus enseñanzas, quedó el auto Oakland modelo ’29, de siete asientos, con el que salía a pasear por las sierras y que se afectaba también como inusual ambulancia. Donado por sus sobrinos, se lo puede ver, impecable, en el «Museo de Motos y Bicicletas» de La Cumbre.
La mayoría de sus actividades las realizó pro-bono. Tras su jubilación, sólo se le concedió crédito por unos pocos años de servicio y recibió una pensión modesta. Sin embargo, en ningún momento se quejó del dinero y, de hecho, probablemente lo que más le dolió fue el hecho de que nunca le ofrecieron una cátedra en la Facultad de Medicina.
Murió en Buenos Aires el 10 de abril de 1934, a la edad de setenta y cinco años. Sus restos yacen en el Cementerio Británico. Hoy en día muchas instituciones médicas llevan su nombre, además del nuevo billete, su rostro ilustró una estampilla en 1967 y su nombre bautiza algunas calles del país, el puente giratorio de Puerto Madero y, recientemente también, la AR-VAC Cecilia Grierson, la primera vacuna contra el coronavirus fabricada en Argentina.
“Cuando vienes al mundo, llorás”, dijo la Dra. Grierson, “cuando mueres, el mundo calla”.
La vida de Cecilia Grierson no merece el silencio, sino el canto de las loas.
Sus Obras:
- Histero-ovariotomias efectuadas en el Hospital de Mujeres desde 1883 a 1886. TESIS, 1889
- Educación técnica de la mujer / Buenos Aires : Tipografía de la Penitenciaría Nacional, 1902
- Enfermera de niños / Desconocido
- Masage Práctico con los Ejercicios Activos Complementarios y un Atlas de Anatomía Descriptiva y Topográfica. Imprenta Litog., 1897
- Educación para la mujer (1899)
- Cuidado de enfermos / Buenos Aires : Imp. Tragant, 1912
- Institutos para ciegos : informe de la Doctora Cecilia Grierson / Desconocido
- Primeros auxilios en los casos de accidentes : y prevención contra las enfermedades infecciosas / Buenos Aires : Las Ciencias, 1909
- Comisión de Salas-Cunas / Novaro, Bartolomé.
- Colonia de Monte Grande. Primera y única colonia formada por escoceses en Argentina. Impresa en los Talleres SA Casa Jacobo Peuser Ltda, 1925