Un día como hoy, se funda el Real Colegio de San Carlos, predecesor del Colegio Nacional de Buenos Aires.
En 1654, el Cabildo de Buenos Aires encomendó a un grupo de jesuitas hacerse cargo de la educación de los jóvenes porque le preocupaba la falta de reclusión que había.
El recién ascendido a Virrey, Juan José de Vértiz y Salcedo, instala en Buenos Aires el «Real Colegio de San Carlos» ó «Real Convictorio Carolino«, origen luego en la actualidad del «Colegio Nacional de Buenos Aires». Decían que esta casa de estudios se levantaba para eternizar justamente la memoria de Carlos III, y por este motivo sus armas reales fueron colocadas en su ingreso, tuvo como primer rector a Vicente de Jaunzarás y en estos primeros años pasaron por el establecimiento grandes personalidades como Juan José Paso, Cornelio Saavedra, Belgrano, Castelli, French y Berutti, entre muchísimos otros ilustres de la épocas.
Funcionaría como Real Colegio de San Carlos hasta fusionarse luego de la Revolución de Mayo de 1810 con el Seminario Conciliar, y luego años más tarde Pueyrredón lo designaría como «Colegio de la Unión del Sud» en 1818.
Es por la inmensa cantidad de encendidas mentes que pasaron por allí que luego se llamaría «La Manzana de las Luces» a la manzana donde se encontraba el edificio del colegio, histórico «cuadrante» de la ciudad de Buenos Aires, delimitado por las calles Bolívar, Moreno, Alsina, la avenida Julio A. Roca y la calle Perú.
En Mayo de 1863 se inauguró la nueva fundación con el nombre de «Colegio Nacional», siendo su primer Rector el Dr. Eusebio Agüero.
Juan José Vértiz y Salcedo es designado gobernador de la ciudad colonial de Buenos Aires, éste era un hombre ilustre y progresista. Así que una vez designado en su cargo se abocó a la tarea de organizar un establecimiento educativo. Para tal propósito contaba con las rentas y los bienes, incluidas las de una chacra y una estancia, que habían sido confiscadas a los jesuitas.
Además La Junta de Temporalidades, integrada por el mismo Vértiz, administraba con destino a beneficencia. Por lo tanto, el gobernador se dirigió, con fecha 16 de noviembre de 1771, en base a un informe de la Junta, a los Cabildos Eclesiástico y Secular, para «que coadyuven con sus dictámenes» sobre materia pedagógica.
El Cabildo Eclesiástico se expidió de inmediato, esto fue el 5 de diciembre, mediante un informe medular, atribuidos según todos los indicios, a Juan Baltasar Maziel. En este informe se proponía la creación de un Convictorio y Universidad en el Colegio Grande, tomando por modelo al Colegio de Monserrat, fundado en Córdoba en 1687. Explicaba con detalle sus programas y el modo de atender sus erogaciones. El despacho del Cabildo Secular del 28 de diciembre de ese año coincidía con el anterior, proyectando además un seminario para «indios nobles y principales».
La «Junta de Temporalidades» resolvió pronto, acorde con los dos dictámenes, la creación de los cursos del «Real Colegio de San Carlos», -llamado así en homenaje al monarca, Carlos III-, que Vértiz inauguró el 10 de febrero de 1772, en condiciones un tanto precarias, porque las cátedras no estaban aún provistas.
El 28 de febrero se cubrieron las de latín y primeras letras, en las personas de Villota y García. Meses después las de filosofía, a cargo del presbítero Juan Montero. A comienzos del año siguiente, 1773, la Junta designó carcelario y regente de los reales estudios a Juan Baltasar Maziel, que redactó el reglamento de estudios y dirigió con acierto los destinos del Colegio durante catorce años, cuando el marqués de Loreto, el Virrey Loreto lo destierra de la Ciudad de Buenos Aires.
Elevado a la categoría de virrey, Vértiz estableció el 3 de noviembre de 1783 el Real Convictorio Carolino o Real Colegio de San Carlos bajo la protección de San Carlos Borromeo y del Real Patronato que ejercía en nombre del Rey de España.
* ¿En qué escuela estudió nuestro prócer Manuel Belgrano?
La educación de Belgrano (uno de los padres de la Patria) comenzó en el Real Colegio de San Carlos, una institución fundada por el Virrey Vértiz en el año 1770. Allí estudió latín, griego, matemáticas, física y otras materias que le dieron una base sólida para su formación académica. Luego en la Universidad de Salamanca, donde se graduó como abogado. Estos estudios le dieron una base sólida para su carrera en la política y el ejército, donde se destacó como uno de los principales líderes de la independencia argentina.
Las clases duraban una hora y se dividían en dos facetas: el profesor dedicaba 3/4 de hora a su dictado y el cuarto restante a extraer una conclusión. Otras veces, durante media hora contestaba preguntas de los alumnos. El pasante tenía obligación de tomar la lección antes de la clase: era menester comprender su significado en vez de memorizarlo.
Otra particularidad era que si algún estudiante debía sostener una conferencia o una función literaria, lo hacía en el púlpito del refectorio y le replicaban otros dos, mientras los demás comían. Lo usual era que al final de cada curso, los estudiantes más sobresalientes estuvieran al frente de un acto público en el que compartían los principales puntos de las materias del año, que solía realizarse en la iglesia de San Ignacio.
Los dos meses de verano había vacaciones para los estudiantes y en ese tiempo se iba a la Chacarita, donde se permitía todo tipo de diversiones al aire libre.
La primer «toma» del Colegio: Las Heras, Líder del Grupo Rebelde de Estudiantes
Los estudiantes se clasificaban en dos tipos: a) “pupilos” o “pensionistas”, que pagaban la cuota de 100 pesos y debían cumplir las reglas; y b) “manteístas” o “copistas”, que solo asistían a las clases como oyentes porque no podían pagar la matrícula. Mariano Moreno asistió como «copista» a las clases de gramática, latín y teología.
Para ingresar al Colegio había que tener más de 10 años, ser hijos “de la primera clase, legítimos, que sepan leer y escribir suficientemente y limpios de toda mácula y raza de moros y judíos”. Había cien alumnos que tenían que pagar cien pesos cada uno y se establecieron cuatro becas para “hijos de pobres honrados». El régimen era muy severo y los alumnos se levantaban a las cinco de la mañana y debían arreglar sus camas y habitaciones. El desayuno eran algunas pasas, a veces apolilladas. Se propinaban azotes a los estudiantes; el hilo del capitán Alfonso Sotoca recibió 34, propinados por una guasca (ramal de cuero o cuerda que en las tareas rurales se utiliza como rienda o látigo). Las cuartos eran húmedos, faltaban vidrios en las ventanas y los bancos de la clase tenían sus patas comidas por las ratas.
Esta situación se tomó insoportable para los estudiantes, quienes un día de 1796 prendieron y castigaron a golpes a celadores y algunos profesores de quienes tenían quejas, tomaron las ventanas y las azoteas y se dispusieron a resistir. El jefe de esta revuelta estudiantil era un jovencito de 16 años llamado Juan Gregorio de las Heras, después glorioso general de nuestra patria. Los mayorcitos hicieron salir a los estudiantes más jóvenes y a los pusilánimes. Entre los nombres que figuraban en la lista de ese año destacamos a Bernardino Rivadavia, a Luis y Manuel Dorrego, Antonio Sáenz, Rondeau y muchos otros.
Durante tres días los estudiantes amotinados resistieron a los intentos de los soldados enviados por el virrey Pedro de Melo de Portugal, que tuvo que enviar al Regimiento Filo de veteranos para domar la revuelta, pues los más exaltados no querían rendirse. Los primeros parlamentarios fueron recibidos a balazos, pues los estudiantes habían conseguido algunas armas.
Otro dato curioso es que integraba las fuerzas de represión un joven soldado de solo 13 años y ex estudiante del Colegio que debió abandonar por problemas económicos al morir su padre: Estanislao Soler, futuro compañero de Las Heras en la campaña libertadora y gobernador de las provincias de Buenos Aires y Montevideo.
En 1807 los estudiantes volvieron a tomar el segundo piso del Colegio, pero esta vez para resistir contra las invasiones inglesas en el Río de La Plata.
La “Rebelión del San Carlos” debe ser recordada como la primera lucha estudiantil en el territorio argentino, país que tiene numerosos hitos que fueron ejemplo mundial: la Reforma Universitaria de Córdoba en 1918, las protestas por la laicidad de la educación en la década de 1960, los “Cordobazos” de 1969-1971, y la toma de los colegios porteños en 2010.