Las maestras estadounidenses del «Loco Sarmiento«, llegaron sin saber el idioma y con una idea sólo aproximada de lo que era este país. Eran docentes norteamericanos, la mayoría graduadas en la Universidad de Winona, y venían a formar docentes argentinos. La primera llegada de las maestras contratadas por el Estado argentino se produjo en el año 1869 y se extendió casi 30 años.
La idea comenzó a girar en la cabeza de Sarmiento en 1845. Ese año estando exiliado en Chile, viajó (enviado por el gobierno chileno) a Europa y Estados Unidos para indagar sobre los últimos métodos de enseñanza. Quedó impresionado por la calidad educativa de algunos países europeos, pero fue en Estados Unidos donde encontró lo que buscaba: un sistema que, con fuerte hincapié en la formación de docentes, permitía pensar en la posibilidad de educar a toda la población.
Más tarde, cuando Sarmiento ya desempeñaba funciones como ministro plenipotenciario de Argentina en ese país, conoció al gran educador Horace Mann (reconocido como “el padre de la educación norteamericana”) con quien mantuvo extensas conversaciones. Tuvo además la oportunidad de admirar en el Estado de Massachusetts, la existencia de 3.500 escuelas, atendidas por más de 7.000 maestros. Esta admiración del sanjuanino por la educación popular de los Estados Unidos, lo llevó a la firme decisión de traer al país algunos profesores y maestras para poner en marcha las nuevas escuelas normales que pensaba fundar en caso de resultar electo presidente.
Poco después de su retorno a la Argentina, ya como presidente, Domingo Sarmiento, fascinado con lo que había visto en los Estados Unidos, tuvo una idea digna de su extravagancia: exportar Estados Unidos a la Argentina, quería traer 2000 maestras jóvenes e insertarlas en el corazón del interior argentino, con la intención de formar colonias (se imaginaba que se iban a casar con criollos, pero las que se casaron aquí, lo hicieron con estadounidenses, canadienses e ingleses).
Entonces puso en marcha el proyecto, pero llevó tiempo ajustar todos sus detalles y fue sólo a partir de 1868, cuando la idea comenzaría a concretarse. La primera de las docentes que llegaron fue Mary Elizabeth Gorman. Desembarcó en Buenos Aires, en 1869 y se dirigió a la provincia de San Juan. Sarmiento había asumido la presidencia poco más de un año antes. Después de Miss Gorman, la llegada de docentes norteamericanas se extendió casi treinta años. Mary Mann, en Estados Unidos, seguía reclutando para Sarmiento a jóvenes maestras y aunque los planes de Sarmiento estaban sobre todo dirigidos a atraer mujeres, no fue una mujer, sino un hombre, George Albert Stearns, quien casi enseguida viajó a Buenos Aires.
Maestras de maestras
Sarmiento había soñado traer mil maestras norteamericanas a la Argentina. Lo cierto es que, arribaron al país 61 maestras y 4 maestros, -probablemente viajaron nueve más que no están registradas de modo formal- eran reclutadas por Mary Peabody Mann, para trabajar en escuelas normales del interior del país, en muchos casos para fundarlas y, en ocasiones, para ayudar a construirlas. O para defenderlas, cuando se convirtieron en fortines sitiados durante las luchas sangrientas que agitaban la región.
Todos ellos formados en el excelente método de Pestalozzi. A pesar de que los planes de Sarmiento estaban sobre todo dirigidos a atraer mujeres, no fue una mujer, sino un hombre, John Stearns, quien abrió la primera Es cuela Normal. Stearns llegó a Buenos Aires en 1870 e inauguró la legendaria Escuela Normal de Paraná. Por un lado, se enseñaba allí a las normalistas; por otro, estaba la Escuela de Aplicación, donde se cursaban la primaria y la secundaria. El idioma inglés se dictaba desde el primer año y el francés desde quinto.
El plan de estudios había sido diseñado por Stearns. Su labor fue admirable, en pocos años, creó un centro de formación modelo.
Paraná era el primer destino de todas las maestras que llegaban a la Argentina. Debían pasar cuatro meses allí para aprender el castellano e informarse de los métodos y del plan establecido. Después se les asignaba escuelas en distintas partes del territorio nacional. Durante los años que Stearns trabajó en Paraná, se produjeron dos levantamientos de López Jordán (el asesino intelectual de Justo José de Urquiza), lo que obligó a interrumpir los cursos. Una de las maestras, Jennie Howard, destinada a Corrientes, tuvo que guarecerse en el fondo de su escuela y pasar días sin salir, porque en las calles de la ciudad los caudillos rivales se mataban a mansalva.
Muchas cumplieron los contratos de dos o tres años y regresaron a su país; otras se afincaron en la Argentina, casadas o no; dos de ellas se establecieron como pareja en la provincia de Mendoza durante cincuenta y tres años; ninguna se casó con un argentino. En su mayoría cumplieron con los requisitos pedidos por Domingo Faustino Sarmiento, el impulsor del proyecto: eran solteras, «de aspecto atractivo, maestras normales, jóvenes, pero con experiencia docente, de buena familia, conducta y morales irreprochables y, en lo posible, entusiastas y que hicieran gimnasia».
Mary Elizabeth Gorman arribó a Buenos Aires en octubre del año 1869 (vale aclarar que hablaba correctamente castellano y no era católica). Fue destinada a fundar la escuela normal de San Juan, pero nunca pudo realizar el viaje y se quedó a cargo de una escuela primaria en Buenos Aires.
En 1870, el propio Sarmiento fue al puerto a recibir al primer contingente de tres maestras: Serena Frances Wood, Anna Dudley e Isabel Dudley. Tampoco aceptaron ir a San Juan, por lo que fundaron una escuela primaria en la capital. Todas estas mujeres eran protestantes y no fue fácil su adaptación como maestras, aunque el respaldo de los metodistas porteños alivió su carga.
Para evitar el problema religioso, Sarmiento logra la contratación de dos maestras católicas: Emma de Caprile, una polaca casada con un italiano, que tenía una formación impresionante para la época y que se convertiría, siete años después de su llegada a Buenos Aires, en 1871, en la fundadora de la Escuela Normal de Maestros N° 1 de la Capital Federal. Murió con tal prestigio que su tumba fue sufragada por el Estado nacional y hoy es monumento histórico nacional en el Cementerio de la Recoleta. Vale decir que son muy pocas las maestras llegadas al país que se casaron con argentinos y que murieron aquí. La mayoría regresó a su tierra natal.
Agnes Trégent llegó también en 1870, fundó una escuela, pero cuando la provincia de Buenos Aires se hizo cargo de la educación primaria, cerró su establecimiento en 1877. Entonces fundó la Escuela Americana, como escuela privada, y otra de las maestras, Mary Elizabeth Conway, la sucedió como directora, cuando Emma murió de una hemorragia cerebral en 1879.
Mary Morse nació 1864 y viajó al país en 1889. En el barco conoció a Margaret Collord, quien más tarde sería su compañera de vida por treinta y cinco años. En 1890 fue designada vicedirectora de la Escuela Normal de Mendoza y en 1892 llegó a ser directora. Instalada con Margaret en una finca de Chacras de Coria, en las afueras de esa capital, ambas se dedicaron a la producción vitivinícola.
Tanto Morse como Collord fueron enterradas, una al lado de la otra, en el sector británico del cementerio de la Ciudad de Mendoza.
Por un libro editado por la comunidad correntina “In Memoriam” de Isabel King, se sabe que, en el año 1883, durante la presidencia de Julio Argentino Roca, llegaron con Raquel (su hermana) a Buenos Aires y que después de pasar allí unas semanas, Isabel fue nombrada Vicedirectora de la Escuela Normal y Regente de la Escuela de Aplicación de Concepción del Uruguay. Luego de tres años de permanecer allí, se dirigió, junto con su hermana Raquel, a la ciudad de Goya, donde fundó la Escuela Popular y fue directora de la “Escuela Normal” de esa ciudad correntina, siendo a partir de entonces, una entusiasta promotora de la llegada de las otras maestras para que la acompañaran en su gestión educativa.
Otros nombres que sonaron fuerte en aquellos establecimientos educativos del siglo XIX:
Jeannie Howard, Sarah y Florence Atkinson, Clara y Frances Allyn, Clara Bischoff, Nancy y Abigail Ward, Minnie Ridley, Rosa Dark, Louisa Daniels, Annette y Laura Haven, Amy y Ruth Wales, Alcinda Morrow, Frances Nyman, Amy y Susan Wade, Mary Ann Gillies de Greaven, Sara Harrison, Edel y Adela Ellis, Edith Howe, Frances Angeline Wall, Serena «Fanny» Wood, Clara Gillies, Sarah Boyd, Cora Hill, Sara A. Cook, Elizabeth Boyer Coolidge, Mary Conway, Jane Hunt, Arvilla Cross, Mary Peabody Mann, Agnes Trégent, Katherine Grant, Sara C. Eccleston, Emily Eccleston, Jennie E. Howard, Edith Howe, Myra Kimball, Mary J. Youmans, Theodora y Mary Gay, Martha Graham de Duddley, Mary Elizabeth Gorman, Anna A. Rice, Louise Daniels, Sara E. Lobb, Mary Morse, Margaret Collord, Bernice Avery, Emma de Caprile, Julia A. Hope de Stearns, Jennie Howard, Antoinette Choate, Sarah Strong, Annette Doolittle y Lucy Doolittle.
Los cuatro maestros: Charles Dudley, George Lane Roberts, George Albert Stearns y John William Stearns.
Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, Tucumán, Mendoza y otras provincias recibieron en sus establecimientos normales a estas maestras que venían a difundir el método mejor de enseñanza, trayendo dentro de sus corazones, el acendrado amor a la educación, como sus antepasados trajeron dentro del pecho, un pedazo de patria, alentadora de los nobles esfuerzos y de los sacrificios costosos.
Hallazgos históricos de las biografías
- En el diario íntimo de la prima de veintiún años de las niñas Allyn, dos maestras enviadas a Paraná procedentes de Minnesota, descubrí que en una pensión de provincia la abuela inglesa de Borges daba pensión a las maestras de Sarmiento.
- En el Cementerio de la Recoleta esta el sepulcro de Agnes Trégent, una maestra formidable que recitaba a los Poetas de los Lagos de memoria había muerto de paretic neurosyphilis (o sea sífilis), la enfermedad maldita de la época. Su muerte fue caratulada como demencia paralítica. La verdadera causa de su muerte fue ocultada con prudencia, ya que podría haber acarreado un grave descrédito para el proyecto de Sarmiento.
- Una carta de la maestra Florence Atkinson de San Juan me reveló que una sobrina y una sobrina nieta de Sarmiento recibían cada una beca de 20 dólares del gobierno, para estudiar magisterio.
- La pareja de maestras de Chacras de Coria (Morse y Collord).
*** La investigación más completa que existe hasta el momento sobre los maestros norteamericanos que llegaron a la Argentina es de Alice Houston Luiggi (1959) quien reconstruyó las biografías de 4 varones y 61 mujeres, describiendo su formación en los Estados Unidos, su paso por Argentina y sus trayectorias posteriores.