Biografía:
Jennie «Srta. Juanita» Eliza Howard fue una de las setenta y cinco docentes estadounidenses, contratadas por el Estado argentino, a fines del siglo XIX para trabajar en la Argentina.
Su labor, «su esfuerzo, su lucha inclaudicable, abrieron la huella pionera de las Escuelas Normales en Argentina, haciendo que se ganara con justicia el título de «Heroína de la Odisea Laica», con que aún hoy es reconocida».
Nació en Coldbrook Springs (cerca de Boston) el día 24 de julio de 1845, de vivir con sus padres, una distinguida familia de Boston, luego se mudarían al norte de Prescott, Massachusetts; y, asistió a la Academia Worcester antes de entrar a la Escuela Normal de Profesores de Framingham, donde era director el pedagogo y fundador del Normalismo Mr. Horace Mann (hoy Universidad Estatal de Framingham), en marzo de 1864. Allí se graduó en 1866.
En 1883, Howard y otras veintidós profesoras estadounidenses fueron contratados por tres años para enseñar en Argentina, a petición del séptimo presidente constitucional de Argentina Domingo Faustino Sarmiento. Entre su presidencia, entre 1868 a 1874, y las de Nicolás Avellaneda (1874-1880) y finalmente de Julio Argentino Roca (1880-1886) vinieron 67 profesoras (las «maestras de Sarmiento») Todas llegaron como profesoras agentes privadas, sin ningún vínculo con el gobierno de EE. UU.
Aquellas contratadas, junto con Miss Howard, en 1883, se educaron en las Universidades de Harvard, Holyoke, Rochester, Wellesley, Hillsdale, Hamilton College; y, en las Escuelas Normales de Winnona (el 35 %) Massachusset, Indiana, Míchigan y Minnesota. Y en Escuelas de maestras para jardín de infantes de Boston y DE Filadelfia.
Tras un viaje extensísimo, pues no había facilidades para venir directamente, sino se hacía Nueva York – Liverpool – Buenos Aires, las docentes se dirigían, vía fluvial, a la Escuela Normal de Paraná (Entre Ríos) para estudiar castellano. A casi todos los maestros se les dio solo cuatro meses de formación en ese idioma, y en la cultura. Luego, se dividieron en pequeños grupos y se desplegarían en diferentes partes del país.
Howard tenía ya 38 años y era una docente experimentada cuando llegó a la Argentina, el 12 de septiembre de 1883. Después de cuatro meses en Paraná, Howard y Edith Howe, otra graduada de la Escuela de Framingham, asistieron en la organización de la Escuela Normal de Niñas de Corrientes, donde permanecieron durante dos años.
Recuerda Howard: –«Corrientes tiene tres meses de invierno, y nueve restantes de infierno».– Luego pasó a Córdoba (Argentina), convirtiéndose en regente y vicedirectora de la Escuela Normal de Niñas de Córdoba. Permaneció allí durante dos años, bajo un extremo conservadurismo de la sociedad, donde el obispo Jerónimo Clara había emitido un anatema en contra de la asistencia a tal Escuela Normal.
Ese despropósito obligó a expulsar, en 24 h, al Nuncio Apostólico Luigi Matera, y durante dieciocho años no hubo relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Cuenta Jennie, en tercera persona: –La señorita Howard fue destinada a Córdoba y en la puerta de la iglesia de los jesuitas se leía la frase: «Esta es casa de Dios y puerta del Cielo”. Pues bien, una mañana apareció pintada en la entrada de su escuela: «Esta es casa del diablo y puerta del infierno».–
Posteriormente, en 1888, fue trasladada a la Escuela Normal Mixta de San Nicolás de los Arroyos. Ya el viaje era confortable, en coches de ferrocarril. Allí, en San Nicolás de los Arroyos permaneció, muy exitosamente, durante dieciséis años, hasta 1904.
En «Women in Argentina: Early Travels» («Mujeres en Argentina: primeros viajes») escribió Mónica Szurmak que Howard veía a la Argentina como atrasada y bárbara.
Howard escribió un libro sobre sus experiencias como educadora en la Argentina titulado «In Distant Climes and Other Years» y publicado en vida, por una editorial neoyorquina. Mientras que su traducción «En otros años y climas distantes», se publicó postmortem en 1952. Allí escribió que «es más difícil para la raza latina decir la verdad» y los maestros argentinos tenían «profundas fallas que deben ser eliminadas en la formación del joven maestro que todavía tendrá algunas generaciones para erradicarlas.»
Compartimos a continuación una de las memorias relatadas por la maestra “Jennie E. Howard”, quien fuera regente fundadora, profesora de crítica pedagógica, aritmética y metodología de la Escuela Normal de San Nicolás de los Arroyos:
“En general, los maestros argentinos son flojos en materia de disciplina y puntualidad, y me inclino a creer que para los latinos resulta mas difícil decir la verda que lo que es para algunas otras razas. Además, dejan para mañana todas las cosas que pueden, quisieran o debiesen hacer hoy …. Había así que eliminar en la preparación de los jóvenes maestros defectos hondamente arraigados, cuya erradicación llevará todavía algunas generaciones. Algo se ha logrado empero, y, como la ausencia de dichos defectos en otras personas sirve de ejemplo, en darlo estribaba la gran responsabilidad de todas las maestras norteamericanas”.
El primer día:
“El día del comienzo de clases en la Escuela Normal-continùa en sus memorias Howard- , llegaron tarde cincuenta alumnos y se quedaron sorprendidos cuando se les dijo que era necesario ser puntuales. Disculpáronse diciendo que no tenían relojes en sus casas y que vivían demasiado lejos para oír las campanas de la iglesia. En tales circunstancias la puntualidad resultaba un problema y se les sugirió que sus padres compraran unos relojes baratos. Al siguiente día, los escolares llegados tarde se redujeron a veinte y poco a poco esa falta de exactitud fue eliminada”.
Días de lluvia:
“Era imposible al principio dar clase en los días de lluvia»- sostiene Howard-. Como los alumnos carecían de paraguas y rara vez habían oído hablar de impermeables o de zapatos de goma, y muchas calles, sin aceras, solían quedar convertidas en ruidosos torrentes, no quedaba otro camino que renunciar a dictar los cursos. La tarea, con todo, fué de lo más interesante. Los futuros jóvenes maestros eran estudiosos, esntusiastas y atentos al consejo y a la crítica. Cada curso, compuesto de jóvenes y niñas, iba egresando detrás de otro al cabo de tres años. Siguiendo el consejo de las norteamericanas, los graduados se dirigían a todos los lugares del país para transmitir a los menos favorecidos los beneficios que ellos habían recibido, con lo cual llenaban un patriótico deber.
Jennie se retiró en 1903, por problemas de cuerdas vocales, y permaneció en su país de adopción, en Buenos Aires con una pensión extraordinaria, en 1908, en recompensa por su ‘inteligente y abnegada colaboración para el progreso de la enseñanza en nuestro país’. La escasez de la jubilación determinó que tuviese que dar lecciones particulares, pero un grupo de exalumnos, enterados de su situación, obtuvo del Congreso una pensión que permitió a la maestra vivir dignamente sus últimos años, hasta su muerte, en el Hospital Anglo-Americano, el día 29 de julio de 1933; y, fue inhumada en el Cementerio Británico de Buenos Aires, al igual que Sara Eccleston, Minnie Ridley y Frances Gertrudis Armstrong de Besler, que formaban parte de las primeras profesoras que trajo Domingo Faustino Sarmiento.
El día 25 de septiembre de 1991, los restos de Miss Jennie Eliza Howard fueron exhumados, trasladados al Cementerio Municipal de San Nicolás de los Arroyos e inhumados en una Columna fúnebre. (Ocurrió exactamente lo mismo con Mrs. Frances G. Armstrong en el 19 de agosto de 1988).
En 2010, al igual que Sara Eccleston, Frances Bessler y Minnie Ridley, las inhumadas en el Cementerio Británico, (salvo Mrs. Emma Nicolay de Caprile en la Recoleta en 1982), fueron honradas designando sus sitiales como «Sepulcro Histórico Nacional», por Decreto 525/2010 (Sección 49, Manzana 27, Tablón 2, Lote C-113).
Jennie Howard conservó las carpetas que le obsequiaron familias y autoridades durante su vida profesional, que se convirtieron en una colección de textiles.
La actitud visionaria de preservar estos textiles de uso cotidiano, de técnicas entonces comunes y quizás no tan valoradas como otras artes, permitió que llegara a nuestros días esta colección que representa un muestrario detallado del arte nativo, testimonio de una época.
Esta valiosa colección forma parte del acervo patrimonial del Museo de Arte de Worcester, Massachusetts (https://www.worcesterart.org/) y puede ser apreciada tanto in situ como en su colección digital, y ser de uso para el estudio de una época y sus costumbres, así como también de aquellas técnicas de tejido y su reproducción.
La colección fue donada por la misma Jennie Howard para su conservación y exhibición en la ciudad de Worcester, donde tiempo antes de viajar a la Argentina, tuvo sus primeros cargos docentes hasta llegar a dirigir una escuela de ochocientos alumnos.