A sólo una hora conduciendo desde Buenos Aires por Ruta Nacional 8, la vasta planicie de las Pampas nos muestra su inmensidad. En San Antonio de Areco, ya llegamos a la cuna de la tradición.
En las calles coloniales, el tiempo parece haberse detenido y uno sólo tiene que ir a la mesa de una pulpería para convencerse. La decoración es la misma que hace un siglo, y nadie intenta cambiarla. Sin jamás dejar su boina, los gauchos van allí a pasar el tiempo, tomando una copa de vino para acompañar las coloridas conversaciones.
San Antonio de Areco fue fundada como «Pagos de Areco» en 1730. Conocida como la «cuna de la tradición», San Antonio de Areco fue fundada en 1730, tomando como punto de partida la construcción de la primera capilla, dedicada a San Antonio de Padua, cuya construcción había comenzado en 1714.
La jurisdicción asignada a la parroquia del Pago de Areco fue la de éste y la de los Pagos de la Cañada de la Cruz y de la Pesquería, vale decir, las respectivas cuencas del río y de los arroyos mencionados.
Don José R. de Arellano, figurando en un documento del 17 de julio de 1750, con poder otorgado a don Cristóbal de Giles (Capellán de la Capilla), la donación de mil varas de frente sobre el río, por nueve mil de fondo, para que con la venta de sitios, solares, medios solares y cuarto de solar, se atendiera a la extensión del santuario. Esta venta efectuada por intermedio de los sucesivos sacerdotes a cargo de la Capilla, fue ampliado al primitivo núcleo urbano que se creara bajo el amparo de San Antonio de Padua.
De 1762 data la denominación de “partido” por la que entendia la jurisdicción de un distrito administrativo por un alcalde de hermandad.
Antes de ser conquistado por los españoles, la región fue poblada por comunidades indígenas como los Ranqueles, los Querandíes o los Pampas. Bajo la presión de la “civilización” española, las tribus han desaparecido poco a poco dando paso al mestizaje entre indígenas, conquistadores y esclavos negros. Es así que va a nacer el icónico Gaucho; un mestizo de tez oscura y sangre caliente.
En el siglo XVII se registraron los primeros asentamientos jesuitas sobre el Río Areco y comenzó a formarse una suerte de aldea, lo que empezó a ocasionar choques entre los españoles y los pueblos originarios del lugar. En 1714, los querandíes atacaron la región. Los colonos, para librarse de ellos, prometieron construir una capilla bajo la advocación de San Antonio de Padua y los hispano-criollos no tardaron en cumplir su palabra. Con el crecimiento de la población, el Cabildo Eclesiástico de la Ciudad de Buenos Ayres, declara a San Antonio de Areco como una de las primeras siete “Parroquias de campaña”, firmándose el documento el 23 de octubre de 1730, fecha que se considera la partida de nacimiento del pueblo.
Al principio del siglo XVIII, la plaza Ruiz de Arellano era el corral de los estancieros que fundaron la ciudad.
Hoy, en el centro de esta plaza, el monumento a Vieytes honra a Juan Hipólito Vieytes, personaje local que tuvo un papel importante en el proceso de la Independencia Argentina.
En 1857 se construye el puente de Martínez, que más tarde toma el nombre actual de Puente Viejo. Para cruzarlo había que pagar un derecho de paso: ¡el primer peaje de la Argentina! Este puente se encuentra en el «Camino Real» que, antes de la independencia argentina, permitía viajar entre el Alto Perú y Buenos Aires. (Como ya hemos leído en otro posteo)…
En San Antonio de Areco se transmiten desde varios siglos las tradiciones y costumbres inspiradas por los gauchos, pero el pueblo ha abrazado toda su fama tras la publicación en 1926 del famoso libro Don Segundo Sombra, que narra el encuentro entre un gaucho y un huérfano en la Blanqueada, una pulpería emblemática de la ciudad.
El escritor del libro, Ricardo Güiraldes, vivió allí mucho tiempo, y un museo dedicado a la tradición gaucha lleva su nombre. En su libro Don Segundo Sombra, el escritor describe a un hombre pobre, aunque más rico que nadie, ya que no teniendo nada, no desea más. Esta visión idealizada ahora pertenece a la historia; los gauchos se establecieron y aumentaron el ganado en tierras de los estancieros. Sin embargo, encontrar estos centauros de las Pampas es una experiencia única. Su cultura aún es fuerte en tradiciones vivas.
El poeta y novelista argentino Ricardo Güiraldes, autor de “Don Segundo Sombra” es ganador del Primer Premio Nacional de Literatura por esta obra. Muchos historiadores y habitantes locales aseguran que para su personaje principal, el novelista se inspiró de Segundo Ramírez, un gaucho de la ciudad.
Ramírez trabajó y vivió un tiempo en la estancia La Porteña (la cual pertenecía en aquel época a la familia Güiraldes), luego trabajó en la estancia La Fe, y finalmente se fue a vivir en la estancia La Lechuza.
El pueblo ha conservado a lo largo de los siglos su historia, patrimonio y identidad, convirtiéndose en uno de los lugares históricos más visitados de la provincia de Buenos Aires.
Cada año, en San Antonio de Areco, alrededor del 10 de noviembre, se celebra la Fiesta de la Tradición, el encuentro oficial de los Gauchos Argentinos, con una serie de actividades típicas.
El icónico puente
En 1857 se construye el puente de Martínez, que más tarde toma el nombre actual de Puente Viejo. Para cruzarlo, era necesario pagar un derecho de paso, lo que podría considerarse el primer peaje de la Argentina. Este puente se encontraba en el Camino Real que, antes de la independencia argentina, permitía viajar entre el Alto Perú y Buenos Aires. En 1999, el puente viejo fue declarado Monumento Nacional por la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Sitios Históricos del Ministerio de Cultura.
Monumentos históricos
En 1999 la Presidencia de la Nación declara a San Antonio de Areco: «Poblado Nacional de Interés Histórico» y seis de sus sitios «Monumentos Históricos Nacionales»:
- El Puente Viejo
- Parque Criollo y Museo Gauchesco «Ricardo Güiraldes»
- La Pulpería «La Blanqueada»
- Iglesia Parroquial de San Antonio de Padu
- La casa de la Intendencia Municipal
- El casco de la Estancia «La Porteña».
Cabe destacar que en el año 1978, ICOMOS delimito la Zona de Preservación Patrimonial al sector céntrico del pueblo el cual es conocido popularmente como «Casco Histórico».
En 2014 la Presidencia de la Nación declaró a la tumba del escritor Ricardo Güiraldes, ubicada en el Sector Histórico del cementerio municipal «Sepulcro Histórico Nacional»