¿De qué color era el caballo de San Martín?
Como suelen comentar los estudiosos, no era un tordillo blanco el caballo que empleó el general José de San Martín para cruzar los Andes, o por lo menos no fue ese animal solamente.
De acuerdo con la historiografía, el libertador usó varios caballos de distintos pelajes, e incluso cruzó buena parte la cordillera montado en alguna de las 10 mil mulas que acompañaron al Ejército formado por más de 5 mil patriotas, que en rigor de la verdad eran más duchas para caminar en la montaña que los propios caballos.
Sin embargo, la consecución de su plan maestro en la batalla de llanura, el libertador de América usó todo tipo de caballos de distintos pelajes, pero de una extraordinaria raza entonces naciente que hoy es admirada en todo el mundo, el caballo criollo.
El equívoco, o mejor, la picardía, de denominar al “caballo blanco de San Martín” nace con los pintores de finales del siglo XIX, que retratan al prócer montado en una bestia que se adivina blanca de toda blancura, como sugiere Manuel Pablo Núñez de Ibarra (1782-1862), el primero en dibujar a San Martín montado al mejor estilo napoleónico.
Para despejar toda duda sobre el color y el pelaje de los caballos criollos con los que el general de los Andes libertó América, los historiadores recuperan el testimonio del General mendocino Gerónimo Espejo, quien participó de las campañas de Chile y Perú, antes de convertirse en un férreo unitario protagonista de las guerras civiles y de la conflagración con Brasil.
Se dice que el general Espejo fue una de las principales fuentes de información de los libros firmados por Bartolomé Mitre, en donde se eleva la figura del prócer de los Andes, como es el caso de «San Martín y Bolívar. La entrevista de Guayaquil» y «El paso de los Andes», entre otros.
Lo cierto es que Espejo cuenta que el general, antes de emprender su gesta en el verano de 1817, andaba montado por las calles de Mendoza sobre un “hermoso alazán tostado de cola recortada y tuse criollo”, y también en un “zaino negro y de largas crines”.
Y que, por ejemplo en el combate de San Lorenzo de 1813, el comandante de la batalla montó un “bayo de cola cortada al corvejón”, que cayó herido.
Así pues, tanto los historiadores como los paisanos del campo sostienen que lo más probable es que el general San Martín haya montado alternativamente todo tipo de caballos, entre ellos alazanes, tordillos y sainos, pero eso sí, al menos eso es lo que se cree, todos fueron caballos criollos.
El caballo criollo de San Martín
«Es el gaucho un árabe que vive, come y duerme a caballo, y San Martín transformó a ese gaucho en granadero y lo perfeccionó como guerrero». Domingo Faustino Sarmiento
Como genio táctico y estratega militar, José de San Martín admiraba a los caballos y sabía que sin ellos no era posible iniciar combate alguno.
Conocedor del caballo europeo de origen árabe, formó sus regimientos inspirado en la caballería imperial, que de ahí se inspiró para bautizar a sus hombres como “granaderos”, es decir, los jinetes que lanzaban “granadas”.
Lo cierto es que los caballos que forjaron la Nación eran bestias eminentemente criollas, una nueva raza de caballo que se formó durante siglos de cruces genéticos en toda Sudamérica.
Así pues, los primeros caballos entraron al continente hacia 1535 por los puertos de Perú, Buenos Aires y Recife, con la llegada de españoles y portugueses.
Es menester anotar que existió en América un tipo de equino nativo muy antiguo, pero para esas fechas ya estaba totalmente extinto, según sugieren los estudiosos.
Descendientes del caballo ibérico y bereber del norte de África, los ejemplares asilvestrados que conocieron la libertad en todo el continente americano lograron reproducirse con eficacia, formaron grandes caballadas salvajes donde predominó la selección natural, y se convirtieron en grandes aliados de nativos y criollos por igual, como herramienta de trabajo, como flete y como arma de guerra, incluso también como alimento indispensable, configurando una nueva raza, única, bella y por cierto adorada por el paisano rioplatense: el caballo criollo.
Debate sobre los pelajes de los caballos criollos
Sobre el color del pelo de los caballos, hay amplios debates que durarán por siempre y que suelen exaltar hasta a los más mansos.
No pienso meterme en semejante empresa sino dejar hablar a los que saben, por eso solo dejaré por aquí una reflexión de un estudioso del tema, el doctor Enrique Eduardo Casals:
“Existen variantes en las denominaciones para un mismo pelaje, esto depende de las regiones, provincias, e incluso países de que se trate, lo cual no significa que esté mal o bien, esto existe.
“En el Río de la Plata y nombrando alfabéticamente, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, los pelajes equinos poseen tan rica variedad de nombres, que distinguen las cualidades y características de los mismos que, casi con seguridad, diría que es la más amplia terminología hipocromática del mundo.
Los caballos de San Martín según el General Espejo
Alazán tostado: Nombre de origen árabe (Al Hassan = El magnífico), llevado por los moros durante la conquista de España, y por los españoles en la conquista de América, es el pelaje elegido por la mayoría de las caballerías de los ejércitos del mundo.
Zaino negro: Como cuenta el Dr. Casals, zaino es el caballo que se caracteriza por tener siempre piel pigmentada, crines, cola y cabos negros. Su combinación difusa de cabeza y capa entre pelos colorados y negros, brindan un pelaje intermedio. Los diferentes porcentajes de pelos de estos dos colores, dan la variedad: zaino doradillo, zaino colorado común, zaino colorado sangre de toro, zaino colorado requemado, zaino propiamente dicho y zaino negro.
Bayo: Es el primero en la escala cromática de los pelajes de los caballos, más bien amarillento y, como cuenta Casals “quizás por su filogenia, el más antiguo y ancestral”. El color de los pastos dorados del sudeste bonaerense le calza bien como descripción de pelaje bayo.
Tordillo: Se dice que se llama tordillo por el pájaro tordo, es decir gris con diversas manchas blancas.
La gesta del General San Martín en los Andes en números
- Soldados: 5424
- 10 mil mulas de silla y carga
- 1600 caballos para peleas en el llano
- 600 reses en pie para ser faenadas en el camino
- 40 mil kilos de charqui, cebollas, vino y aguardiente
- 900 mil tiros de fusil y carabina
- 2000 balas de cañón
- 2000 balas de metralla
- 600 granadas
- Promedio de avance por día: 30 kilómetros.
- Altura promedio: 3000 msnm con máximas de más de 4000.
- Los patriotas soportaron temperaturas de 30ºC al mediodía y de -10ºC por las noches.
- El cruce se extendió por 21 días.
La mula criolla de San Martín
La historia que conocemos de nuestro liberador es tan sólo una parte de la verdadera gran hazaña.
Con el objetivo de liberar Chile y Perú de la dominación española y restaurar el gobierno independiente, San Martín creó el Ejército de los Andes para hacer un cruce lento por la Cordillera, en lugar de pasar por el camino del Alto Perú que había fracasado en otras ocasiones.
La tropa, formada por negros, mulatos, blancos criollos y soldados chilenos, estaba lista para partir. San Martín, para sorpresa de todos, le pidió que bajen de sus caballos y les dijo “Señores sé que esperaron mucho para este momento pero si queremos lograr la revolución esto no va a funcionar. Los caballos son excelentes para las batallas y el terreno llano pero no están preparados para llevarnos a través del difícil clima y terreno de montaña de la Cordillera. Necesitamos animales más petisos, con piernas fuertes que aguanten peso y que sean tan fieles como un caballo”. Después de la explicación del liberador, conformaron el Ejército con mulas de silla y carga porque tenían las cualidades necesarias para avanzar por el arduo camino montañoso. Así, gracias a la estrategia y visión del General San Martín, dentro y fuera de la batalla, lograron la independencia de Chile, Perú y Argentina.
El caballo blanco de San Martín que tanta repercusión tuvo en nuestra historia fue producto de la imaginación de un dibujante y su leyenda persiste hasta el día de hoy. San Martín humilde y realista, pudo ver la verdadera necesidad de su Ejército para esta vez, sorprender a los españoles por donde menos lo esperaban. Es por esto, que podemos decir que Don José de San Martín fue un estratega “todo terreno”.
Los caballos de San Martín, tan soldados como los Granaderos
«Vengo puramente a servir a la Patria y a los intereses de América», dijo San Martín al llegar a Buenos Aires en marzo de 1812. La peligrosidad del enemigo realista inspiró al Triunvirato a solicitarle a San Martín la organización del Regimiento de Granaderos a Caballo. Fue creado el 16 de marzo de 1812 y se le confirió el grado de Teniente Coronel de Caballería atendiendo a sus méritos y servicios.
José M. Paz cuenta en sus memorias, que «hasta que no vino San Martín nuestra caballería no merecía ese nombre». Tuvo una trayectoria luminosa. El soldado tenía que ser un hombre valiente, honorable y desinteresado. Tomaba un recluta y los disciplinaba hasta ponerlo en pie de guerra. Un granadero sobre su caballo se consideraba invencible en el campo, en el llano o en el agua. Afirmaba que el soldado se formaba en los cuarteles.
Sarmiento dijo «es el gaucho…un árabe que vive, come y duerme a caballo…y San Martín transformó a ese al gaucho en granadero y lo perfeccionó como guerrero». Le enseñó a manejar el sable estando montado a caballo o a pie. «De esos gauchos formó…un regimiento a la europea, añadiendo a las dotes de equitador más osado del mundo, la disciplina y la táctica severa de la caballería del Imperio». Y como decía Estanislao del Campo «capaz de llevar un potro a sofrenarlo en la luna».
El granadero era el que arrojaba la granada con la mano. Se dice que su origen viene del ejército francés donde al principio tuvieron escasa reputación. Portaba un saco llamado granadera que contenía proyectiles de hierro. En tiempos del rey Luis XIV adquirieron mayor estima formando un cuerpo de elite. Eran hombres de sobresaliente talla, robustos y valientes. Los adoptó Napoleón y fueron imitados por otras potencias europeas. Para formar el Regimiento, los vecinos aportaron los caballos más mansos y veloces que le darían en los combates, poder de choque. Otros donaron dinero para comprarlos y se los confiscaron a quienes estaban en contra de la libertad americana.
Mansilla dijo que San Martín fue el militar que más se preocupó del cuidado de los caballos. Instruyó y organizó a sus granaderos en la atención y manutención de los animales, preparación de monturas e instrucción en la equitación. Él mismo los seleccionaba, por su fuerte y armoniosa musculatura, su mirada vivaz. Tenían que tener una alzada de 1,45 metros, de costillar amplio. Debía combinar el temperamento fogoso con la mansedumbre, para poder permitir con seguridad y destreza los diferentes aires de marcha y tener movimientos ágiles en el campo de combate, para darle al soldado libertad en el uso de sus armas.
Estaban marcados con una R, Caballos del Rey, (reyunos), antecesores de los criollos, que se los identificaba, cortándole una oreja o parte de ella. Era importante que pueda montar y desmontar y si era necesario cargar a otro jinete en el anca. El caballo compartía con el soldado la fatiga de la guerra y la gloria de los combates. El animal ve el peligro y lo afronta, se acostumbra al ruido de las armas, se doblega bajo la mano del que lo guía. Como concluyó Guillermo Lerma en su libro Nuestro Caballo de Carreras: «El caballo es una arma…y debe conservarse bien templada».
Susana Boragno – Diario La Nacion
Una imagen vale más que mil palabras…
Esta recreación de la figura del General San Martín actualiza la imagen que tenemos del prócer. Fue realizada en conjunto con el Regimiento de Granaderos a Caballo. Tanto el jinete como el caballo forman parte del Regimiento creado por el propio San Martín en 1812. El uniforme que se ve en la imagen es una réplica confeccionada por Sastrería Militar, que tomó como referencia el retrato del prócer realizado por José Gil de Castro, actualmente expuesto en el Museo Histórico Nacional. Su producción fue supervisada por Viviana Mallol, directora del Museo Histórico Nacional, y por Carol Vitagliano, directora del Museo del Regimiento de Granaderos a Caballo. También contó con el asesoramiento del historiador Julio Luqui-Lagleyze, académico del Instituto Nacional Sanmartiniano y especialista en uniformes históricos.
La foto se realizó en Buenos Aires en julio de 2019. En esta página y en WikiMedia se encuentra disponible para ser descargada y utilizada gratuitamente. Fue producida por la Secretaría General de la Presidencia para homenajear al General San Martín con una bandera en su honor en el frente de la Casa Rosada.
(vean la secuencia completa en el siguiente link y descarguen las imagenes en alta definición)
LINK: Casa Rosada 2019