Alguien que de niño experimenta la situación de ser enviado a la escuela para así tener garantizada al menos una comida diaria, quizás empieza la partida jugando desde una posición de desventaja.
Esa situación es parte de la historia personal de Santos Gabriel Rueda, un joven de 27 años, quien nació en el paraje Candado Grande, en el norte de Salta, y hoy es ingeniero nuclear. Santos siempre apostó a la idea de superación y es ejemplo de toda una comunidad.
Santos Gabriel Rueda es el menor de seis hermanos. Ellos afrontaron una situación económica desfavorable en su familia y debieron trasladarse a la casa de una tía en la localidad de Aguas Blancas, para poder concluir su formación educativa, que en su caso fue la secundaria. Para costear los gastos de sus estudios, algunas de sus hermanas desempeñaron tareas domésticas en casas particulares.
A persistir en el esfuerzo diario, los alentaba siempre la madre, Rafaela Condorí, quien los impulsó a seguir estudiando aunque escaseara el dinero. De hecho, en la familia Rueda hay docentes en Lengua y Literatura, en Biología, en Ciencias Económicas, en Educación Física, un médico y el ingeniero nuclear Santos Gabriel.
En 2009, Rueda inició su formación en Ingeniería en petróleo en la Universidad de Neuquén. “Solamente me dedicaba a estudiar y a sobrevivir, y ahí se notaba la desventaja económica, ya que en la Patagonia todo mucho es más caro”, comenta. Pero consiguió ser parcialmente becado, y llevó adelante sus estudios sin inconvenientes.
Para convertirse en ingeniero, primero debió presentarse al examen de ingreso en el Instituto Balseiro, en el 2011. Aprobó la entrevista y cursó la carrera, de la que egresó con sólo 23 años, en 2014.
Una de las claves: la disciplina
La disciplina jugó un papel importante en su desempeño académico. “Fueron tres años peleando con matemática, física, termodinámica, laboratorios, materiales, física de neutrones, radiaciones y finalmente un semestre haciendo pruebas y ensayos experimentales en nuestro querido reactor RA-6 de Bariloche, por el cual pasamos todos los nucleares del Balseiro”, rememora.
La segunda: la familia y amigos
Su éxito personal, admite, estuvo también fomentado por un entorno favorable. “A lo largo de toda mi vida siempre estuve rodeado de gente muy fuerte de cabeza como de calidez humana. Tanto mi familia como los amigos hacen que uno intente copiar lo mejor de ellos, y tuve la suerte de tener buena gente cerca mío. Esto quizás sumó para que haya tomado decisiones que hicieron que esté donde estoy hoy”.
Santos siempre apostó a la idea de superación, ya que la siguiente meta es la que importa. Para presentarse en unas competencias de matemática durante la adolescencia, trabajó cargando bolsas de harina para juntar el dinero que le permitiera acceder a clases particulares de esa materia.
“Desde el principio, mis padres vivieron en el campo. Mi papá siempre trabajó para alguna finca o chacra haciendo trabajos de peón, trabajando de sol a sol”, cuenta. “También criábamos animales y sembrábamos gran parte de lo que consumíamos. En la mayoría de estos lugares, nos asignaban algún terreno para que pudiésemos sembrar nuestras propias cosas. Por este motivo mi padre no veía al estudio como algo necesario, sino como ´bueno los chicos van a la escuela, al menos ahí tendrán el almuerzo´. Mi madre fue la más visionaria, porque se ocupó de que todos sus hijos continuáramos nuestros estudios. A principio de los 2000, se dieron cuenta que de solo les quedaban sus dos hijos menores, y decidieron mudarse a Aguas Blancas, que es donde terminé el secundario”.
La pobreza no determinó su futuro
El entorno socioeconómico precario no fue impedimento para que, el ahora el ingeniero nuclear Rueda haya coronado con éxito su formación académica en el Instituto Balseiro de Bariloche.
“Creo que la parte socioeconómica no es un impedimento, ni para ser ingeniero nuclear, ni para ser lo que se quiera ser. Tal vez juegue a favor crecer en una familia con un alto poder adquisitivo, pero no tener esa ´ayuda´ no creo que juegue en contra, ya que lo mejor siempre es saber aprovechar lo que uno tiene a su alcance”, expresa.
De ingeniero nuclear a corredor profesional
En simultáneo con su formación como ingeniero nuclear, Santos Gabriel se ha desarrollado como corredor y, de hecho, en 2016 se impuso en 4 Refugios non stop, una competencia por senderos de montaña.
Esas dos pasiones sincronizadas pesan fuerte en sus días. “Hoy mi vida como científico, es tan importante como mi vida de corredor. Al principio empecé a correr como un mero hobbie, pero ahora lo tomo como algo más serio, aunque todavía no lo hago de modo profesional, por el tiempo que insumiría y porque es muy difícil vivir del atletismo. Pero, sin dudas, cada vez estoy entrenando más fuerte para seguir creciendo en esto”, asegura.
Su pasión por el running surgió mientras cursaba ingeniería nuclear en Bariloche, porque sentía que estudiaba mucho, pero no rendía con buenos resultados. Decidió ponerse a correr y, asegura, eso le permitió mejorar su performance en los exámenes, bajando el stress y pasando menos horas estudiando.
“A veces lo mejor es cambiar alguna variable para obtener mejores resultados. Esto funciona en distintos aspectos de la vida, lo difícil es encontrar ese parámetro a cambiar”, propone el ingeniero.
Ya sea en lo estrictamente intelectual, afrontando complejas ecuaciones algebraicas y desarrollos atómicos, así como en lo relacionado con el deporte, es claro que la carrera de Santos Gabriel Rueda recién está comenzando.
Fuente: InfoQom