“Como argentino no puedo mirar con indiferencia el progreso intelectual del país entero, el progreso intelectual, con abstracción de los pobladores de las regiones patagónicas abandonadas a su suerte cuando requieren más que nunca el soplo de la nacionalidad ante el grave problema del crecido número de extranjeros que la habitan, sobre todo en la cordillera de los Andes, donde solo los funcionarios son argentinos”.
Esta frase, algunas de cuyos juicios tienen vigencia todavía, fue pronunciada el 17 de febrero de 1917 por el ingeniero Eliseo Schieroni y consta en el acta constitutiva de fundación de la primera Escuela Normal de la Patagonia con sede en Viedma, que fundara y dirigiera hasta su muerte, sucedida en esta ciudad tres años después.
Así, bajo una profunda vocación de nacionalizar el sur, por aquello años solo virtualmente argentino, nació el establecimiento destinado a formar maestros que llevaron el abecedario desde el río Colorado hasta el Estrecho de Magallanes, en la soledad de extensas regiones que se fueron incorporando después y paulatinamente al resto del país.
Schieroni fue una personalidad singular y destacada, que además de su prestigio personal y profesional tuvo un activo protagonismo en la construcción de las obras de defensa contra las aguas del río Negro y la reconstrucción del poblado después de la gran inundación que destruyó gran parte de Viedma y otras localidades ubicadas en las márgenes del curso fluvial.
La capital rionegrina como consecuencia del desastre provocado por el anegamiento de su ejido y el derrumbe de sus principales edificios, fue trasladada a la localidad de Choele Choel en el Valle Medio.
Schieroni junto al gobernador coronel Alvaros Barros cumplió un rol muy importante en la decisión del poder ejecutivo que un año después restituyó a Viedma su jerarquía de capital rionegrina.
Había nacido en San Juan, estudió y se recibió de ingeniero civil en la Universidad de Buenos Aires.
Allí conoció y compartió el fragor de las luchas políticas apoyando la federalización de Buenos Aires enrolándose en el ejército nacional. Posteriormente viajó a Mendoza integrando la misión científica Olascoaga a la cordillera en su carácter de oficial auxiliar.
Luego fue contratado por el gobierno nacional, efectuó trabajos de mensuras y relevamientos en el Chaco y Formosa y tareas similares en La Pampa, siendo incluido en la lista de inscriptos por la expedición al río Negro en 1879.
Sin dudas su obra más querida y perdurable fue la creación de la Escuela Normal de Viedma, instituto al que le impuso su nombre como homenaje, hasta que cerró sus puertas debido a las erróneas políticas nacionales que a fines de la década del 70 pusieron fin al funcionamientos de varias escuelas similares de su tipo en otras provincias.
Dicho establecimiento cumplió un papel trascendente y posibilitó que durante muchos años centenares de docentes rionegrinos egresados de sus aulas, acercaran los beneficios de la educación como vinculo integrador de as apartadas regiones de la Patagonia donde había que hacer llegar “el soplo de la nacionalidad”.
Era un poco aquello que preconizaba en1909 como un deber Ricardo Rojas al decir “…La escuela nacional tendrá que ir como las fortificaciones y el ejército a las fronteras para afianzar soberanía”.
Por eso es siempre oportuna recordar la epopeya de Eliseo Schieroni y otros hombres como él, pioneros que adelantaron el futuro de esta inmensa geografía.
La ex capital de la Patagonia vivía sus mas de 135 años desde la fundación por Francisco de Viedma y Narváez y sus españoles y la necesidad de establecimiento educativo secundario se hacía sentir entre un grupo no muy numeroso de vecinos. El periódico «El Imparcial» cuyo director propietario era Alejandro Rossi desde abril de 1909 fue «el primer periódico que bregó por la creación de una Escuela Normal en Viedma, de donde egresarán maestros que luego instruirían a los niños en las diversas escuelas primarias del territorio del Río Negro», se expresaba en artículo a dos columnas.
Los salesianos con su colegio San Francisco y las monjas se repartían niños y niñas con buen número de pupilos y la escuela nacional conformaban el panorama de la enseñanza primaria. Pasaron varios años desde aquella propuesta periodística -«El Imparcial» había dejado de aparecer en 1912- cuando a fines de 1916 se reflotó el anhelo porque los salesianos pudieran tener una Escuela Normal. Gobernaba el territorio nacional del Río Negro Carlos Evrat (h) en forma interina y era presidente municipal Felipe Santiago Contín quien convocó a reunión para tratar la creación de la Escuela Normal, la que se concretó el 22 de febrero de 1917 -hace 90 años- con presencia de vecinos y representantes de la congregación salesiana.
El acta constituyose en documento fundador de la «Escuela Normal Popular» de Viedma y estamparon firmas el ingeniero Eliseo I. Schieronivecino con una larga actuación en Río Negro y en Viedma, quien es considerado por varios autores como el verdadero impulsor de la idea y el salesiano Luis J. Pedemonte por otros, que también estampó su firma junto con Cesáreo López, Emilio De Rege, Jorge Guillermo Humble, Gaudencio Manachino, Arturo Castello, Cipriano Bardi, Nazario Contín, Juan Julián Lastra, Luis Cuñado y otros.
El carácter de mixta que se pretendía para la Escuela Normal produjo divergencias dado que se tenía que vencer el modelo salesiano de división de sexos y por tanto hubo «Sección Niñas» y «Sección Varones», siendo la primera atendida por profesores del medio y la segunda con docentes salesianos. «Fueron elegidas dos comisiones para sostener la flamante institución: la comisión administradora, presidida por el P. Luis J. Pedemonte y el Consejo Académico, presidido por el ingeniero Eliseo Ignacio Schieroni. Este último designado ademas, presidente de la Comisión pro Escuela Normal y a la vez director del flamante establecimiento» (Laria, CS, 1975). Schieroni, Pedemonte y López también tuvieron a cargo «proyectar la distribución de asignaturas y designar el personal docente» y por ello Schieroni – además de director- dictaba las cátedras de álgebra y geometría; idioma nacional, Enrique Pérez Petit; Cesáreo López, historia natural, Pedro Lucero, aritmética; Albertina L. de Iribarne y Digna Ocáriz, sucesivamente, música; pedagogía, Cecilia R. De Gayone; María M. De Kruuse, labores y trabajos manuales. «Se incorporó a mediado de año el señor Nicolás Ortiz quien enseñó francés, que anteriormente dictara el señor Cesáreo López».
En la «Sección Varones», Guadencio Manachino enseñó historia; Alfonso Brudaglio, además de regente, dictó pedagogía, matemática y francés; Pedro Telmo Ortiz, historia natural; música, Luis Vasta y después sustituidos por Santiago Ressico; Miguel de Salvo, idioma nacional; Demetrio Urrutia, geografía; Fernando Belardinelli, dibujo, caligrafía y ejercicios físicos que también actuó como secretario durante 1917 y 1918. Los primeros alumnos fueron Georgina Balda, Elisabet Barone, María Elena Pérez Petit, Elena Kruuse, Nélida Guidi, Romana Schieroni y María Antonia Lagrás y varones Carlos Pifarré, Juan Menestrina, Juan Paolini, Raúl Entraigas, Eduardo Fava, Pedro Giacomini, Juan Hernández, Emilio Kruuse, Feliciano López, Antonio Ferrero y Hermenegildo Bertolo.
Los profesores no recibían remuneración y la municipalidad ofreció para el funcionamiento de la Escuela Normal el edificio frente a la plaza Alsina donde hasta hace pocos años funcionó el núcleo central de la Municipalidad de Viedma. Los salesianos contribuyeron además «con la dotación de un selecto material didáctico y de numerosos instrumentos e ingredientes para la experiencias de física, química e historia natural».
Los cursos se iniciaron el 22 de marzo de 1917 y el año siguiente fue incorporada a la Escuela Normal Mixta de Bahía Blanca y los primeros exámenes se rindieron en abril de aquel año ante comisión especial de profesores llegados de Bahía Blanca.
En abril de 1920 falleció el ingeniero Schieroni, siendo reemplazado en el cargo por el ingeniero José María Diego Contín, miembro de distinguida familia viedmense y el año 1921 presidió la entrega de títulos a los primeros nueve maestros normales: María Teresa Rucci, Emilio Kruuse, Romana Schieroni, Georgina Balda, María Elena Pérez Petit, Elena Kruuse, Nélida Guidi, Elisabet Barone y María Antonia Lagrás.
La oficialización se logró en 1922 como «Escuela Normal de Preceptores» (los dos primeros años) y los dos siguientes siguieron incorporados a la Escuela Normal de Bahía Blanca, designándose director a Carlos Priante. En 1927 y 1928 el gobierno nacional autorizó el tercero y cuarto año pasando a denominarse «Escuela Normal Nacional Mixta de Viedma», nombrándose director a Raul J. Fernández que estuvo en el cargo hasta 1938, siendo sucedido por Emilio Kruuse, alumno de la primera promoción.
La historia prosiguió para la primera Escuela Normal patagónica que se arraigó en el sur argentino pese a que en aquellos años iniciales no mereciera el fervor popular como lo hiciera notar después un destacado periodista, escritor e historiador rionegrino: «El pueblo mayoritario ignora absoluta y fundamentalmente lo que se ha hecho… no tiene noción del otro significado de la existencia de una Escuela Normal… en resumen: no se ha percatado de lo que significa ser maestro. Y de ahí todo su indiferentismo». (Lenzi, JH, 1919).
Bibliografía principal y fuentes: Entraigas, R A, Río Negro, 1970. Varios. Historia de Río Negro, 1975. Lenzi, J H. De la cultura, 1919. Misiones de la patagonia. Fortín, 1933. Laria, S C. El periodismo, 1967 y Acerca del origen, 1972. Varios. Río Negro, 1981. Costanzo, R J. Viedma 1998. Rev. Rumbo Sur, 2/2005. Archivo diario Río Negro. Biblioteca Patagónica y otros.
(*) Periodista. Investigador de historia patagónica.
HECTOR PEREZ MORANDO (*)