La Bolsa, como institución pilar de la Nación, tiene una larga historia que contar. Sus antecedentes se remontan a la época de la colonia, en que comenzaron a vislumbrarse los esfuerzos de los residentes locales por generar actividades comerciales.
Pasando por la declaración del libre comercio del Río de la Plata con España y las colonias en 1777, la creación del Consulado de Buenos Aires en 1794, la Sala Comercial en 1811 hasta llegar a la Bolsa Mercantil en 1821 y los tiempos de los corredores del Camoatí en la década de 1840, en 1854 se fundó la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
A lo largo de su historia, la Bolsa ha acompañado con resiliencia el desarrollo económico del país. Se ha mantenido como una de sus instituciones pilares y, tanto a los diversos embates económicoS, políticos y financieros como a las épocas de mayor bonanza y prosperidad, ha respondido con la solidez y transparencia que siempre la han caracterizado.
En la actualidad continúa con su labor de llevar los beneficios del financiamiento a través del mercado de capitales a todos los rincones del país, comprometida con su misión de canalizar el ahorro hacia la actividad productiva.
«Es de esta Bolsa de donde han salido los recursos que han transformado la Nación, bancos, ferrocarriles, puentes, puertos, crédito público y privado, todo se elabora aquí, y desde Buenos Aires, hasta los confines de la República no nace una asociación ni se inicia un progreso que no encuentre forma, capital y protección en nuestro seno.» (Del informe sobre el ejercicio del año 1887.)
La Bolsa de Comercio de Buenos Aires realiza visitas guiadas por sus salones dirigidas al público en general y a establecimientos educacionales, integrados por jóvenes estudiantes de niveles secundarios (últimos tres años de la carrera), terciarios y universitarios.
Hoy, igual que ayer, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, ubicada en el corazón de la ciudad, sigue cautivando el interés de quienes, dispuestos a viajar en el tiempo, recorren su interior redescubriendo en cada rincón el alma del Palacio Bursátil.
La historia que emana este espacio hace que sea simple transportarse a otra época al recorrerlo: una de pizarras, negociaciones a viva voz y campanadas que abren y cierran ruedas. Aunque esto ya sea parte del pasado, el patrimonio histórico de la Bolsa se encarga de evocar esas sensaciones en cada persona que se adentra en el Palacio que Alejandro Christophersen ideó en 1913, cuando aquel gran desafío le fue encomendado. Superados los conflictos propios del contexto bélico mundial y los desniveles característicos del terreno, en 1916 el arquitecto español logró culminar esta obra estilizada y sobria, adaptada a la necesaria funcionalidad que su destino requería.
En el caso de las visitas escolares, los alumnos –luego de haber conocido el Viejo Recinto– son guiados hasta la Sala de Microcine, donde aquel mundo que parece ocultarse tras paneles y gráficos, cobra vida dentro de un sistema bursátil cuya función primordial es la de canalizar el ahorro hacia la actividad productiva. Los estudiantes acceden allí a una explicación estructural del mercado de capitales y sus instituciones, emprendiendo así sus primeros pasos como futuros inversores. Se visita luego el edificio concebido por el arquitecto Mario Roberto Álvarez, donde, en el año 1984, se inauguró el nuevo recinto de operaciones.
Las visitas dirigidas a estudiantes de niveles secundarios continúan suspendidas. Los docentes interesados en desarrollar una propuesta educativa vinculada al mercado de capitales, pueden inscribirse en el Programa InversionAR.
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