Biografía:
Fue uno de los más destacados intelectuales de la segunda mitad del siglo XIX, además de ser quizás el orador más eminente de nuestro país durante esos años. Historiador por vocación y de formación autodidacta, católico combativo, periodista y político encumbrado, Estrada se erige en uno de los representantes más genuinos del pensamiento argentino a comienzos del período moderno.
Sello postal argentino de 1942. Conmemora el centenario del nacimiento de José Manuel Estrada, que tuvo lugar el 13 de julio de 1842.
Nació el día 13 de junio de 1842 en la ciudad de Buenos Aires.
Los datos relativos a su biografía destacan que Estrada quedó huérfano a muy temprana edad, y que de su educación se hizo cargo su abuela, Carmen de Liniers. Su primer maestro fue Manuel Pintos, y su educación formal la desarrolló en el Colegio de San Francisco, donde aprendió filosofía, teología, religión y humanidades. A través de esta enseñanza, Estrada se formó como un férreo católico, al punto que sería la defensa de este dogma la que lo llevaría a destacar como político.
En 1858, cuando finalizó con sus estudios primarios, recibió un premio en el concurso de historia del Liceo Literario, por su obra relativa al descubrimiento de América. Este estímulo fue suficiente para que orientara su formación autodidacta a los asuntos históricos, que a la postre lo convertiría en uno de los más destacados historiadores argentinos. Por esa época, además, Estrada comienza su actividad como periodista, como redactor de La Guirnalda, Las Novedades y La Paz.
Incorporada Buenos Aires a la Confederación, adhirió a la Constitución Nacional, y publicó el opúsculo Signun Foederis (El signo de la Confederación), que se convirtió en su profesión de fe religiosa, nacional y política. Poco después, en 1861, publicó El génesis de nuestra raza, una obra polémica en la que replicaba al profesor Gustavo Minelli, quien había levantado banderas anticatólicas. Al año siguiente publicó otra réplica, llamada El catolicismo y la democracia en la que respondía a Francisco Bilbao, quien sostenía la incompatibilidad de la democracia y la religión.
En 1865, Estrada presentó su primera obra decididamente histórica (Ensayo histórico sobre la revolución de los comuneros del Paraguay en el siglo XVIII), y comenzó a escribir la Historia de la Provincia de Misiones (obra que dejaría inconclusa). Un año después, en 1866, se inició en la docencia, en la Escuela Normal, donde desarrollaría unas muy famosas Lecciones sobre la Historia de la República Argentina, compiladas luego en un libro que publicó la Revista Argentina, y que es quizás el primero de la historiografía nacional. (La Revista Argentina era una creación suya, y por él fue dirigida durante dos períodos: 1868 a 1872, y entre 1880 y 1882.)
Por entonces, Estrada gozaba ya de un profundo reconocimiento, a pesar de sus juventud. Tanto, que Sarmiento lo nombró Secretario de Relaciones Exteriores, y le encargó la enseñanza de Instrucción Cívica en el Colegio Nacional, donde ya enseñaba filosofía. Poco después, en 1869, fue nombrado Jefe del Departamento General de Escuelas, cargo en el que permaneció sólo un año
Comenzó su actividad política en 1871, cuando formó parte de la Convención Provincial Constituyente, encargada de redactar y sancionar la Constitución provincial de 1874. En 1873, fue elegido diputado por Buenos Aires. En ese año, además, fundó el periódico El Argentino, en el que publicaría varios estudios históricos
En 1874, Estrada se hizo cargo de la Dirección de Escuelas Normales, y del Decanato de la recién creada Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Es de destacar este altísimo honor, teniendo en cuenta que Estrada no tenía título profesional alguno, pese a ser un intelectual de primer orden dentro del panorama del pensamiento argentino de la época.
Dictó, también, clases de Derecho Constitucional y Administrativo en la Facultad de Derecho. Algunos de estos cursos, sobre el sistema federal argentino, el régimen municipal o la libertad de sufragio, fueron magistrales. Las versiones taquigráficas de dichas clases fueron posteriormente compiladas en la obra Curso de Derecho Constitucional.
Esta faceta de publicista, además de docente y buen orador, sería una de las más destacables de su actuación pública. Siendo Rector del Colegio Nacional (entre 1876 y 1888), Estrada pronunció discursos memorables. Por ejemplo, el del 24 de abril de 1877, que versaba sobre La tiranía de Rosas, fue realmente apoteótico, hasta el punto que, al cabo de la conferencia, los alumnos y docentes lo siguieron en manifestación por las calles céntricas hasta que llegaron al pie de la estatua de San Martín. Allí, Adolfo Mitre, en nombre de los alumnos, debió improvisar un discurso expresando su emoción.
A partir de 1880, no obstante su labor docente, Estrada debió ocuparse de asuntos que le merecían mayor atención. Transcurría la primera presidencia de Julio A. Roca, y en el país se vislumbraba una fuerte corriente de pensamiento anticatólico. Estrada comenzó entonces una lucha publicística sin cuartel en defensa del catolicismo, ya desde el periodismo, ya desde la tribuna. Se discutía entonces la exclusión de la enseñanza católica de las escuelas, la ley de matrimonio civil y otra legislación que era considerada por los católicos como un atentado contra la Iglesia. Estrada fue elegido presidente de la Asociación Católica y fundó en 1882 el diario La Unión desde donde mantuvo una lucha constante contra los liberales.
Estos conseguían triunfos, como la consagración de la enseñanza laica, sancionada por el Congreso Pedagógico de 1882 y tratada en la Cámara de Diputados de la Nación en julio de 1883. Estrada, mientras tanto, realizaba giras proselitistas por el interior, celebrando congresos católicos y lanzando sus más furibundas diatribas contra el Gobierno. En represalia, fue separado de todos sus cargos públicos, aunque no pudieron callarlo. En 1884, la Primera Asamblea de Católicos Argentinos tuvo una concurrencia excepcional y gestó una alianza política en defensa de las ideas católicas. Estrada fue elegido diputado nacional. En el Congreso, pronunció discursos llenos de vigor expositivo y que fueron centrales en varios debates, especialmente los que enmarcaron el tratamiento de la Ley de Matrimonio Civil, sancionada finalmente en 1888.
Luego de apoyar el gobierno de Juárez Celman, Estrada se incorporó a la Unión Cívica. En abril de 1890, mientras pronunciaba un discurso en el Frontón de Buenos Aires, sufrió una descompensación que le obligó a retirarse por un tiempo de la vida pública. La revolución radical de julio lo encontró en Rosario de la Frontera, donde se hallaba descansando y reponiéndose. De inmediato, viajó a Buenos Aires y tomó parte de las gestiones políticas que siguieron a la fallida revolución.
Comandando las fuerzas políticas católicas, apoyó la candidatura de Luis Saénz Peña, quién en agradecimiento le ofreció el cargo de Ministro. Rehusó ese cargo, pero aceptó el de Ministro plenipotenciario en Paraguay, función en la que permanecería durante un año. En septiembre de 1894, el día 17, la enfermedad lo venció y falleció en la capital paraguaya.
Sus restos llegaron a Buenos Aires a bordo de la fragata La Argentina. Por disposición presidencial fue velado en la Catedral Metropolitana con los honores de un general de división; y el canónigo Juan Nepomuceno Terrero, muy amigo de Estrada, pronunció la oración fúnebre. A su funeral asistieron miles de personas, incluyendo el presidente Luis Sáenz Peña. Sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta. El sepulcro fue declarado monumento histórico por decreto 12.806 del 2 de octubre de 1946, e identificado con el número 419.
Obras:
- El génesis de nuestra raza — 1861
- El catolicismo y la democracia — 1862
- Ensayo histórico sobre la revolución de los comuneros del Paraguay en el siglo XVIII — 1865
- Memoria para la Educación Común en la Provincia de Buenos Aires — 1870
- Lecciones sobre la Historia de la República Argentina — 1896
- Curso de derecho constitucional (Recopilación de sus clases en la Universidad de Buenos Aires)
- La política liberal bajo la tiranía de Rosas — 1873
- Memorias del Rector del Colegio Nacional de Buenos Aires — 1877/80
- Curso de Derecho Constitucional — 1880
- Obras completas. 12 tomos. Buenos Aires, Librería del Colegio y Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco (no se encuentran todos sus artículos periodísticos) — 1899/1905
- Funda La Revista Argentina (la primera etapa dura hasta 1872)
- Reaparece La Revista Argentina (la segunda etapa concluye en 1882)
- Funda el diario La Unión, 1882 (se publica hasta 1890)
Aportes a la Educación:
Estrada propuso una serie de ideas novedosas para el campo de la Educación en la Argentina: a diferencia de otros intelectuales de la generación del 80 como Sarmiento y Wilde, Estrada se opuso al Estado Docente, y favoreció el cogobierno de la Educación tanto por el Estado como por las familias de los alumnos. Él también preveía una descentralización educativa que garantizara el derecho a la educación y la libertad de enseñanza.
Escuela primaria
En el pensamiento de Estrada, común a fines del siglo XIX, el objetivo de la escuela primaria es moralizar y formar el carácter de los individuos; y así moralizar a la sociedad en su conjunto y hacerla apta para la democracia, una forma de gobierno que, según el autor, exige preparación cultural e intelectual. Esta educación primaria dependería de dos instituciones: la escuela, y la biblioteca popular. Con una población así educada se evitarían tanto el despotismo, que requiere el sometimiento voluntario de las mayorías, como los gobiernos de oligarquías o de mayorías incultas. En su libro Memoria para la Educación Común en la Provincia de Buenos Aires, Estrada trata sistemáticamente los aspectos de la educación. Distingue primero la educación física, de la educación espiritual. Dentro de esta última distingue los aspectos de la vida social (educación para la vinculación con los pares, para la vida de familia, y para la ciudadanía) y la vida individual (dominio de la voluntad, dominio de la sensibilidad, y educación intelectual tanto informativa como moral).
Estrada consideraba que los partidarios de la enseñanza obligatoria tienen una opinión buena y legítima, pero nunca terminó de aceptarla, pensando que han de buscarse métodos no coercitivos que tengan el mismo resultado. Acerca de su gratuidad, el autor la considera un engaño, ya que las familias en la realidad sí pagan la educación estatal mediante impuestos, y entonces es imposible llamarla «gratuita». Además a Estrada repugnaba la idea de que la única educación gratuita fuera la que provee el monopolio del estado, haciendo imposible la educación católica para las clases más pobres. En cambio, Estrada proponía «una co-participación subsidiaria entre todos los agentes educativos, incluido el Estado, a la hora de financiar la educación para responder así simultáneamente a la igualdad y a la libertad». Un tercer punto que examinó Estrada es la religiosidad de la escuela: él considera que sin religión no hay un sustento suficientemente firme para la moral, o sea para determinar exactamente qué son el bien y el mal. Se enfrentó a dos problemas, primero la contradicción que la enseñanza religiosa traería para la escuela estatal, dependiente de un Estado que gobierna a personas de distintas creencias; y segundo el método anticuado que había adoptado la Provincia de Buenos Aires, de hacer que los alumnos simplemente memoricen mecánicamente el catecismo.
Educación para la libertad, o simplemente educación, porque no puede menos de ser libre un pueblo compuesto de hombres que se conocen y se moderan.
José Manuel Estrada
Educación secundaria y universitaria
Siguiendo las ideas de su época, Estrada consideraba que la educación secundaria tenía por objetivo la formación de la clase dirigente: «La instrucción secundaria, unidamente con la superior, profesional y facultativa, prepara la clase gobernante en las naciones organizadas bajo el principio de la igualdad política». Dado que se trata de una formación de dirigentes, el autor pensaba que la motivación no debía ser el lucro económico, sino la elevación del espíritu y de las facultades humanas. Estrada afirmó que lo mejor sería que las universidades controlen a los colegios secundarios y dicten sus planes de estudio según se considere más conveniente para el ingreso a los claustros académicos; y que tanto universidades como colegios tengan personería jurídica para ser titulares de bienes inmuebles.
Recordemos algunas ideas sobre la educación que guiaban al profesor José Manuel Estrada en su accionar diario:
– “Educamos cuando suscitamos convicciones personales en los alumnos, cuando proponemos valores que los motiven, cuando sugerimos caminos que se puedan transitar con seguridad, ese es el encargo que recibimos de la Patria y las familias”.
– “Se educa cuando se fomenta la capacidad de pensar por cuenta propia, integrados a una comunidad educativa”.
– “Se educa cuando se trabaja con amor, que acerca y comunica y se logra la admiración que estimula, alejando el miedo, que paraliza, que aísla”.
– “Se educa cuando se ayuda a la aceptación de una sanción, sintiéndose responsables del error, sin imponer un castigo a ciegas”.
– “Se educa cuando se enseña que debe estar presente el pensamiento y la acción con la vida misma, no solo recibiendo la información y estudiando de memoria”.
En memoria del fallecimiento de José Manuel Estrada, el día 17 de septiembre de cada año, se celebra el Día del Profesor.
José M. Estrada fue un fecundo profesor, pero también exquisito orador, eximio escritor, periodista y educador integral.